El once del once a las once, de mil novecientos noventa y cinco. Esas fueron la fecha y la hora de la puesta en funcionamiento de Metro Bilbao. Una fecha largamente esperada desde que el 30 de diciembre de 1975 se crease por ley el Consorcio de Transportes de Vizcaya (entonces con “v”, “c” e “y”) con la misión de construir la infraestructura y gestionar su servicio de transporte por el sistema de gestión directa mediante constitución de una Sociedad privada con capital del Consorcio. Dicha sociedad sería Metro Bilbao S.A.
Veinte
años para diseñar, proyectar y construir
la infraestructura. También para contratar y formar al personal que gestionaría
el servicio: maquinistas, personal de mantenimiento, de administración, responsables
de las estaciones, controladores de tráfico, etc. Y como no, para adquirir los
coches, denominación que resultaba sorprendente a quienes durante muchos años
habíamos viajado en los viejos vagones de Renfe en la margen izquierda o en los
de Euskotren en la derecha. Todo ello fue posible gracias al empeño de personas
como el Diputado General José Mª Macua Zarandona que dio el impulso financiero
al proyecto haciendo que la Diputación asumiese el coste económico que
correspondía a los ayuntamientos consorciados, o Josu Bergara Etxebarria que,
en su calidad de Consejero de Transportes y Obras Públicas del Gobierno Vasco,
tuvo que lidiar con cantidad de problemas derivados de la construcción de una
infraestructura subterránea en trama urbana, como el metro. Problemas reales en
muchos casos y ficticios en otros tantos o más que fueron organizados y capitaneados
por los que siempre han pertenecido a ”la liga del no” y que también criticaron
la construcción de la nueva infraestructura. Tren Chu-chú o Centímetro llegaron
a llamarle. Fue también Josu Bergara Etxebarria quien ya en su condición de
Diputado General de Bizkaia y Presidente del Consorcio de Transportes fijó el
día D y la hora H para la inauguración. El resultado: todo un éxito. Orgullo
para la ciudadanía bizkaitarra y un impacto positivo en la imagen exterior del
Territorio refrendado con varios premios de carácter internacional.
El dato,
lejos de ser anecdótico, suponía que el sistema había detectado su límite y, en
consecuencia, debería ser tenido en cuenta por los responsables del Territorio
de cara a planificar el futuro. Para acelerar las inversiones con las que aumentar
su capacidad, conociendo sus escasos límites al crecimiento, y para limitar un
crecimiento de la demanda que provoque el sistema muera de “éxito”. Eso, en mi
opinión, pasa por al menos tres ámbitos en los que hay que ponerse a pensar sin
mayor dilación.
En
primer lugar, habría que repensar hasta dónde se debe seguir trabajando en la
promoción de Bilbao de cara a albergar eventos internacionales, que no siempre
son del agrado de la ciudadanía y que lo serán menos si entorpecen su quehacer
diario colapsando el metro, para beneficiar sólo al sector de la hostelería o
al del turismo en general. ETB informaba recientemente de la preocupación de la
ciudadanía parisina por la afección que en sus viejas líneas de metro pueda
tener la próxima Olimpiada. En segundo lugar, habría que repensar si son
correctas y no llevan al colapso las tantas veces apoyadas políticas de movilidad
que anteponen el ferrocarril al autobús y definen las líneas de autobús como
afluentes del ferrocarril o del metro. Hemos visto ya que el metro, al menos,
puede desbordar. Y en tercer lugar (seguro que habrá más aspectos en los que
fijarse) se hace necesario reflexionar sobre las políticas de mantenimiento e
inversión desarrolladas por el Consorcio de Transportes de Bizkaia o por Metro
Bilbao de cara a evitar los retrasos y/o colapsos que cada vez con más
frecuencia sufrimos los usuarios del medio de transporte que canaliza, de
largo, la mayor parte de la movilidad del área metropolitana de Bilbao.
Arreglos de escaleras mecánicas que se estropean reiteradamente y tardan en
resolverse varias semanas, incendios en estaciones o retrasos por averías cada
vez más frecuentes en las unidades son circunstancias que hay que evitar con
urgencia y, como siempre, con decisiones y con dinero.
El
pasado 29 de mayo, en el marco de una contestación a una pregunta de la
oposición sobre las frecuencias de la línea 1 de Metro Bilbao, la Diputada General
de Bizkaia, Elixabete Etxanobe Landajuela, anunció en el Pleno
de las Juntas Generales la próxima adquisición de nuevos trenes
para el metro. “En breve, las primeras unidades de Metro Bilbao van a cumplir
30 años y toca renovarlas” dijo. También anunció la renovación del sistema de
señalización y comunicaciones todo ello “con el objetivo de aumentar la
capacidad del metro y atender las demandas de movilidad del área metropolitana
de los próximos treinta años en condiciones de solvencia, en condiciones de
seguridad, en condiciones de sostenibilidad y calidad”. La Diputada General definió
estas inversiones como complejas y las calificó como el hito más importante
dentro del compromiso de la Diputación por impulsar el transporte público y la
movilidad sostenible en esta legislatura. Sin embargo, Etxanobe no ofreció
ninguna cifra para cuantificar la inversión a realizar. Ni ningún plazo en el
que los trenes y los sistemas de señalización y comunicación fuesen a ser
renovados. Parece que en este tema el Consorcio de Transportes de Bizkaia no ha
actuado con la suficiente previsión. Porque, según los datos
ofrecidos en la sesión, 24 de las 46 unidades que componen la flota de metro
Bilbao están funcionando desde 1995 y han recorrido de media 3 millones de
kilómetros y, como dijo la propia Diputada General, los metros no se compran de
un día para otro y no hacer la renovación a tiempo supondría renunciar a
garantizar un servicio de calidad.
Unos
días antes, el día 26 de mayo, la Diputada Foral de Transportes Movilidad y
Turismo, Sonia Pérez Ezquerra, fue
entrevistada en DEIA dando un papel importante a la
renovación de Bizkaibus, de sus concesiones, que van a cumplir diez años, de su
flota y de sus recorridos.
Exponía
Pérez en su entrevista que “en el nuevo Bizkaibus va a ser necesaria la
intermodalidad, viajes que se hagan en dos etapas”, y ante la dificultad
cultural de su aplicación explicaba que “será poco a poco, y hay que
implementarlo porque eso va a permitir dar posibilidades de llevar el autobús
al metro o al tren, de tal forma que esos kilómetros que no recorre el autobús
va a suponer mejor frecuencia, igual que reducir los tránsitos por el centro de
Bilbao.” Respecto a la concesión la Diputada Foral afirmaba que “este año
terminan los contratos, pero habrá una prórroga suficientemente amplia para que
podamos trabajar los retos referidos”, añadiendo que “en esta legislatura se
cambiará a las nuevas concesiones. Además, habrá un proceso participativo, que
nos va a alargar el proceso, con los ayuntamientos, sindicatos, empresas”. Y en
lo referente a la flota decía que “aquí entran en juego las tecnologías y
todavía hay mucha incertidumbre, por eso tenemos que marcar una estrategia
hacia dónde tenemos que ir. Cuántos eléctricos, si va a entrar en juego el
hidrógeno y qué combinación de ambos implementar, cómo hacer la renovación de
la flota. Los autobuses tardan una media 15 meses en fabricarlos. Hay que
planificar con mucho tiempo.”
A la
vista de las anteriores declaraciones parece que el Departamento dedicado a
Transportes y Movilidad de la Diputación tampoco ha andado fino en sus tareas
de planificación. En el año en que vencen las actuales concesiones no tienen
claro ni los recorridos a realizar, ni la tipología de autobuses que
solicitarán a los nuevos concesionarios, ni, en consecuencia, cuando estarán
listos los pliegos para su licitación pública. Sólo llegan a confirmar que
Bizkaibus
debe llevar viajeros al tren, cuestión que como hemos visto ayudará a saturar
Metro Bilbao y que la adjudicación se hará esta legislatura. No se ha tenido en
cuenta el plazo del contrato, ni el deterioro del material móvil actual tanto
en la prórroga prevista como en el tiempo que transcurra entre la adjudicación
en firme del servicio y la puesta en línea de los nuevos autobuses, puesto que,
efectivamente, tampoco los autobuses se compran, ni mucho menos se fabrican, de
un día para otro. Llama especialmente la atención esta falla en la
planificación cuando la estructura política de ese área foral hasta 2015 sólo
disponía de un Director General al 100% y la dedicación parcial de un Diputado
con otras responsabilidades en su cartera y, sin embargo, a partir de entonces,
y hasta la legislatura pasada, ha dispuesto de dos Directores Generales y un
Diputado Foral con dedicación 100% a esos menesteres además de la creación de
un puesto de funcionario del más alto nivel (Subdirector) inexistente cuando se
adjudicaron las concesiones actuales.
Por lo
que respecta a Bilbao, parece que sigue en su intención de celebrar macro
eventos (como el mundial de fútbol bajo “Marca España”) que pueden afectar de manera
importante al transporte público metropolitano durante varios días. Por otro
lado, el pasado lunes, acaba de poner en funcionamiento la Zona de Bajas
Emisiones una medida acertada, aparte de obligada, que contribuirá a mejorar el medioambiente en
la capital de Bizkaia y que en breve plazo deberá ponerse en funcionamiento en
otros grandes municipios del área metropolitana, lo que llevará a muchos
ciudadanos a dejar su coche en casa y a realizar sus habituales viajes de ocio
o de trabajo en transporte público contribuyendo con ello al aumento de su
demanda frente a una oferta que hemos visto, en las condiciones actuales, tiene
límite.
Soy
Athleticzale y, en consecuencia, me gustaría que la gabarra volviese a subir la
ría el año que viene. Tampoco me importaría que el 21 de mayo próximo Bilbao
fuese un hervidero rojiblanco porque nuestro Athletic jugase la final de la
Europa League en San Mamés. Como ciudadano consideraría las saturaciones de
esos días como algo anecdótico o inevitable, inherente a cualquier fiesta o
celebración local, aunque agradecería que se hubiese aprendido de lo ocurrido
este año y los problemas fuesen algo menores que los producidos en abril. Pero,
también como ciudadano, me gustaría que, para hacer efectivo un auténtico
impulso del transporte público y la movilidad sostenible, los Presupuestos de la
Diputación y del Consorcio de Transportes de Bizkaia del próximo año contasen
con las dotaciones presupuestarias suficientes para financiar una pronta
implantación de medidas estudiadas y eficientes encaminadas a adecuar la
capacidad del metro y de los otros medios de transporte del área metropolitana con
el fin de evitar la saturación de Metro Bilbao.
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