sábado, 1 de octubre de 2016

No al Metro hasta el Aeropuerto


Mi primera intención fue titular este artículo “Metritis y Aeropuertitis”. Pero, cuando hablamos de inversión pública y son muchos los millones de euros que están en juego, creo que es mejor no andar con rodeos y decir claramente lo que se piensa.

Efectivamente, hay mucha parte de la opinión pública localista que sufre de “aeropuertitis”. Es decir, de la “enfermedad” de proponer la construcción/ampliación de aeropuertos sin tener en cuenta las necesidades reales la población que teóricamente se vería beneficiada de la nueva infraestructura. Ni mucho menos aún, el coste que para las arcas públicas entraña la propuesta. En un arco de, aproximadamente, 150 Kilómetros de Bilbao existen en la actualidad 8 aeropuertos de mayor o menor tamaño: Santander, Burgos, Logroño, Foronda, Hondarribia, Noain, Biarritz y Bilbao. Puedo decir que, por lo menos en relación a 5 de ellos, he oído en alguna ocasión a grupos de interés o instituciones públicas proponiendo la potenciación de su aeropuerto más cercano mediante la realización de inversiones para su ampliación o la subvención a compañías de bajo coste para que aterrizasen en sus pistas, sin valorar realmente el coste/beneficio de tales medidas. Fuera de este entorno se han dado auténticos despilfarros en inversiones en aeropuertos, baste recordar la cabezonería del aeropuerto de Castellón, o del de Lleida. O la pretensión, ya comentada en este blog, de quien en 2009 era Alcaldesa de Cáceres (95.855 habitantes) de que su ciudad necesitaba un aeropuerto. Por no hablar de las subvenciones Ryanair, en este caso también en Euskadi. Pero, parece que nadie escarmienta en cabeza ajena.

 En julio del año pasado Bilbo Air propuso abordar la ampliación del aeropuerto ante el aumento de pasajeros del aeródromo bilbaíno. Un año después, en el mes de julio de este año, ha batido su récord mensual al sobrepasar los 500.000 pasajeros, lo que suponía poner la cifra de los últimos doce meses en 4.476.199, también de récord y cercana, según algunos, a los 5 millones de pasajeros para los que se planteó la construcción de la nueva terminal inaugurada en el año 2000. Aun así, si el AVE llega a Bilbao, creo que habría que analizar con sumo cuidado dicha ampliación y en cualquier caso, dejarla por debajo de la propuesta de ampliación hasta 8 millones de pasajeros, con un coste de 114 millones de euros, que en 2009 anunciaron el Ministerio de Fomento y AENA y que por la crisis económica se metió en el cajón. El propio Enrique Urquijo, exgerente de Metro Bilbao, realizó unas declaraciones al Diario Vasco en 2010 desde su puesto de Director General de Viajeros de Renfe en las que vaticinaba que el AVE podría hacerse con un 80% del mercado del avión en los trayectos a Madrid. Eso con las cifras actuales supondría una “mordida” de unos 580.000 viajeros al año.

Pero, en algunos sitios de Bizkaia, el índice de “metritis”  supera al de “aeropuertitis”. Quedan ya lejos los días en los que con el metro en proyecto había voces que aseguraban que lo de Bilbao no sería un “metro”, sino un “centímetro”. De ahí hemos pasado a posiciones en las que se reclama que no se puede viajar un “centímetro” sin usar otro medio de transporte que no sea el Metro. Y así se dan paradojas como la del barrio bilbaíno de Rekalde para el que estaba proyectada la mejora de su movilidad en base a la prolongación del tranvía y ante la “metritis” de diversas asociaciones vecinales, con el apoyo electoralista y populista de varios partidos políticos, se paró dicho proyecto. Resultado: hoy no disponen de tranvía y el metro tendrá que esperar todavía muchos años.

El problema, sin duda, es más grave cuando los afectados por la “metritis” son responsables en materia de transportes en el Gobierno Vasco. El pasado domingo 18 de septiembre, el diario DEIA de hacía eco de una información bajo el título “El Gobierno vasco activa el proyecto de metro entre Bilbao y el aeropuerto” según la cual “el Ejecutivo vasco quiere resolver una asignatura pendiente en su red de conexiones territoriales y mejorar el transporte a La Paloma incorporando el metropolitano como ocurre en casi todas las ciudades con aeropuertos de importancia”.

 La información, que no incluía cifra de coste alguna, mencionaba que dicha operación retomaba los datos de un estudio realizado en 2005 en el que se estimaba que serían necesarios 5 millones de pasajeros para hacer rentable la línea ferroviaria hasta el aeropuerto. Una línea que aprovecharía la línea 3 del metro y con 4 estaciones más conectaría el Casco Viejo con la terminal de Loiu, en un recorrido de 15 minutos de duración. El último tramo, el que enlazaría con el aeropuerto, tendría una longitud de 2,4 kilómetros y discurriría íntegramente soterrado.

No es la primera vez que me manifiesto por escrito en contra de esta infraestructura. Ya lo hice a principios de 2007 cuando realicé mis aportaciones a un proyecto liderado por el Bizkai Buru Batzar del PNV bajo el título de Bizkaia 2015. La argumentación que utilicé entonces es la misma que expongo de nuevo ahora, con los datos debidamente actualizados.

Como he mencionado anteriormente, la llegada del AVE a Bilbao, prevista supuestamente para 2019, volvería a situar lejos de los 5 millones el número de viajeros del aeropuerto bilbaíno (umbral de rentabilidad según Eusko Trenbide Sarea) y, paradójicamente, colocaría la cifra a día de hoy en unos 3,8 millones de viajeros, similar a la que se dio en 2005 cuando, según la información de DEIA, se desaconsejó acometer el proyecto “ya que el volumen de viajeros se situaba en una cifra escasa para hacer rentable una línea de ferrocarril hasta el aeródromo”. Pero resulta que la red de transporte de Bizkaia es algo más que la red de ferrocarril. Aunque ésta sea la única en la que es competente el Gobierno Vasco. También forman parte de la red de transporte los taxis y, sobre todo, los autobuses. Los de Bizkaibus para conectarse con Bilbao y los de Lurraldebus que sirven a los pasajeros procedentes de Gipuzkoa. Hay que tener en cuenta que en 2008 sólo el 40% de los pasajeros del aeropuerto tenía como origen/destino Bilbao, cifra que se elevaba hasta el 63% si hablábamos del territorio de Bizkaia. Donosti suponía entonces el 11,5% y el conjunto de Gipuzkoa el 18,5%.

En la actualidad, la línea de Bizkaibus ya permite conectar a los viajeros del avión con la Plaza Elíptica, pleno centro de Bilbao, en 15 minutos. Y en 25 minutos con otros destinos de Bizkaia o de otros territorios a través del centro intermodal que hoy en día supone Termibus. El autobús sale de Termibus y del Aeropuerto cada 20 minutos.

Según los datos de los 12 meses transcurridos entre julio2015 y junio2016, esta línea ha movido 643.126 viajeros, o lo que es lo mismo el 14,37% (tres puntos porcentuales más que en 2006) de los 4.476.199 viajeros que hicieron uso del avión en dicho periodo. Esta tasa de utilización (de las más altas del estado para traslados entre el aeropuerto y el centro de la ciudad de referencia), así como su coste (675.000 euros, aproximadamente, en 2015), no parece que justifiquen la propuesta del Gobierno Vasco. Como referencia indicar que Lurraldebus transportó en los doce meses señalados 222.342 viajeros (4,97% de los viajeros del aeropuerto). Es decir, entre Bizkaibus y Lurraldebus están transportando casi el 20% de los viajeros del aeropuerto, a pesar de “ayudas” como la de AENA que hoy mismo anuncia en la página del Aeropuerto de Bilbao que “La mejor forma de llegar al aeropuerto es en tu coche”. Todo un modelo de política de sostenibilidad.

 Respecto a la inversión, hay que recordar que, según publicación realizada en 2006, soterrar 2,7 Km de FEVE en Basurto suponía un coste de 47 millones de euros. Si tomásemos como referencia dicho importe (en 2009 informaciones situaban el coste de la obra en el doble), estaríamos hablando de que se estaría invirtiendo en la obra lo que cuesta el mantenimiento de la línea de autobús durante 69 años y todavía no se habría trasportado ningún viajero. Por no hablar de la adquisición del material móvil correspondiente, ni de que los importantes gastos de mantenimiento de una estación de metro (personal, seguridad, electricidad, limpieza, etc.) no son necesarios cuando el servicio se presta en autobús. Dicho de otro modo, con las cifras de viajeros actuales, esos hipotéticos 47 millones de euros que se invertirían en la obra y no habrían movido todavía ningún viajero en metro, permitirían mover más de 44 millones de viajeros en autobús entre Bilbao y su aeropuerto. ¿Alguien sigue pensando que es rentable acometer una línea de metro?


 En la facultad aprendí que la economía es la ciencia que se encarga de la satisfacción de las necesidades mediante la asignación eficiente de unos recursos escasos susceptibles de uso alternativo. Siendo el dinero el recurso susceptible de mayor número de usos alternativos, y también el más escaso para cubrir las necesidades de cualquier Gobierno, creo que la cantidad, que alguien tenga en mente invertir en esta ocurrencia de los responsables de transportes del Gobierno Vasco, sería más eficiente si se dedicase a adquirir varios aceleradores lineales como el que el Lehendakari Iñigo Urkullu ha inaugurado esta semana en el Hospital de Basurto (coste 3,3 millones de euros), o a otros métodos de diagnóstico que faciliten o aceleren la recuperación de enfermos en Osakidetza. O a apoyar con más recursos la integración de nuestro jóvenes en el mundo laboral, O a proyectos de I+D+i. O, por qué no, al ahorro.  Se podría dedicar a cualquier cosa, pero NO AL METRO HASTA EL AEROPUERTO.



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