sábado, 13 de mayo de 2017

Nuevo Estatus Económico


            Muy pronto entrará de nuevo en la agenda política el Nuevo Estatus Político: su contenido y sus plazos. Como nacionalista vasco el debate sobre el futuro político de mi País me preocupa. Pero cada vez me preocupa más su futuro económico, el empleo de los jóvenes, la cohesión y la regeneración de los valores sociales existentes antes de la crisis económica. Por eso creo que este País necesita que se aborde de manera urgente la definición de un Nuevo Estatus Económico.

Este post es el número 30 del blog. Treinta, una edad hasta la que, según la oficialidad actual, se sigue siendo joven. Fue precisamente un joven, mi hijo Gorka, quien me animó a escribir mis puntos de vista sobre esta misma sociedad. Por eso, aunque me lo había planteado con ocasión de la última Asamblea General del PNV, durante la campaña electoral al Parlamento Vasco y, más recientemente, al conmemorarse los 40 de la Asamblea Nacional de Iruña y de la aprobación de su Ponencia Socioeconómica ha sido este número redondo y alguna casualidad la que me ha llevado a decir "de hoy no pasa" y escribir estas líneas.


Porque realmente creo que es una casualidad que Gorka esté trabajando hoy en el mismo puesto en el que trabajé yo a su edad: como liberado de una organización política juvenil con responsabilidad añadida de ser un burukide electo de la misma. Un trabajo, antes y ahora, de dinamización y canalización las inquietudes de jóvenes que pretenden cambiar su mundo más cercano para sentar las bases de la sociedad que esperan vivir como adultos. Entonces, como ahora, salíamos de la gran crisis económica con grandes niveles de paro en la sociedad. Pero, he de reconocerlo, para nosotros, a pesar de venir de una sociedad menos desarrollada y con un nivel de vida claramente peor (o quizás por ello) nos fue más fácil concienciarnos en la necesidad de involucrarnos personalmente en el cambio y desarrollo de nuestro País. El aperturismo político tras la salida de la dictadura con todas las posibilidades aparentemente abiertas para la construcción nacional, suponía también un impulso para la transformación social en un entorno, como el que directamente me tocó vivir en la Margen Izquierda, afectado por el cierre de las grandes empresas que dejaron a cantidad de trabajadores en el paro. La sociedad buscaba la democracia política y la democracia social. Hombres libres en una patria libre era el legado que nos habían dejado nuestros mayores y que quedó plasmado en toda su amplitud en el texto de la Ponencia Socioeconómica aprobada en Iruña y hoy plenamente vigente como guía para hacer frente a los retos cotidianos.

Fue entonces cuando se gestaron los primeros expedientes de regulación de empleo y los trabajadores organizados pudieron paliar con sus movilizaciones los efectos de la crisis, reconvertirse y aportar su trabajo en nuevos sectores incipientes que transformaron y volvieron a poner en pié a este País. Un País dirigido por una generación de “políticos novatos” muchos de ellos muy jóvenes (varios de los Diputados de la Diputación Foral presidida por José Alberto Pradera no habían cumplido los treinta cuando fueron nombrados) que dejaron su impronta apostando por sectores estratégicos (gas natural, telecomunicaciones, infraestructuras viarias, automoción, aeronáutica, ferrocarriles, reconversión medioambiental) y que supieron aunar a todos los niveles institucionales y a la iniciativa privada en el objetivo de la trasformación poniendo todos los recursos financieros de este País, los de la banca privada (Bilbao, Vizcaya), las cajas de ahorros (las 6 existentes entonces), cooperativas de crédito (Caja Laboral, Caja Rural)  y los propios institucionales alineados para su consecución. Como plantea el lehendakari Ibarretxe, en su nueva singladura como director de Agirre Lehendakari Center, Euskadi consiguió transformar su economía de un modo solidario. Y consiguió también darse a conocer al mundo. Aun así, quienes entonces formábamos parte de la dirección de EGI, algunos de los cuales siguen hoy en primerísima línea política, también tuvimos nuestros puntos de rebeldía ante situaciones en las que creíamos que las cosas se separaban de esa idea de solidaridad y de poner al hombre como centro tanto de las decisiones políticas como de las económicas. Todavía conservo el original de un texto “Un Partido de pobres al servicio de los ricos” que, lógicamente, levantó ampollas, pero cuya inquietud fue debidamente canalizada por Jesús Insausti “Usturre”, entonces Presidente del Bizkai Buru Batzar, gran militante en defensa de los derechos sociales y último gran referente de las buenas relaciones con ELA. Eran, efectivamente, otros tiempos.

Hoy sin embargo, a pesar de la última crisis de la que ahora parece que estamos saliendo,  vivimos en una Euskadi mucho más avanzada con mayores niveles de renta y mejor distribuida. Pero sin la cohesión social de entonces. Los escándalos en la política han hecho que quienes se dedican honestamente a servir a su sociedad, sean sospechosos de chupones, cuando no de corruptos, porque sí, por ser “políticos”. Esto dificulta seriamente el relevo en los partidos y en las instituciones con personas formadas y con experiencia en la vida profesional privada como tenían quienes accedieron a responsabilidades institucionales en las primeras legislaturas de nuestras recuperadas instituciones democráticas. Además, los daños que la crisis ha dejado en las economías familiares en forma de minoraciones salariales y aumento de la precariedad hace que sea cada vez más complicado implicarse en cuestiones de los demás, ya sean éstas sociales, políticas o sindicales. Parece como si los que en su día fueron elegidos tendrían que serlo para siempre, porque no hay muchos dispuestos a entrar y porque los que están a lo mejor tampoco tiene a donde ir. Pero el día a día continúa y el futuro no se presenta nada halagüeño a corto plazo, ni en el largo plazo si no se procede a un proceso de reflexión profundo y sereno, pero urgente, sobre lo que puede esperar a esta sociedad los próximos 15 o 20 años. Debemos pensar en qué sociedad van a vivir los jóvenes de hoy en día cuando sean los responsables de gestionar la sociedad y el futuro de sus hijos. ¿Es necesario, como País crecer por crecer? Si nadie en su vida privada, a partir de un nivel de vida dado, por supuesto, se plantea trabajar 18 horas al día para seguir ganando dinero, ¿por qué debe ser ese el objetivo como País? ¿Sabemos el nivel de vida que deseamos mantener como colectividad en el futuro? Esa pregunta es clave porque determinará, junto a otras variables, como la configuración demográfica, los bienes y servicios que nuestra sociedad demandará y qué debemos ofrecer al resto de mundo para mantener nuestras pretensiones, Esto a su vez  influirá en qué tipo de formación habrá que dar para conseguir profesionales de primera línea que puedan hacerlo factible, con empresarios que vayan oteando las oportunidades y con unas Instituciones que coordinen todo para que nadie se quede en el camino, para que nadie de la comunidad se aproveche del resto y para que nadie de fuera de la comunidad decida lo que ésta deba hacer o no hacer.

Hoy en día nuestro País está apostando por la Industria 4.0 y apoyando a la empresas punteras en la materia. Y exhibiendo músculo con ello en Europa. Sin embargo, nadie ha explicado cuántos empleos se van a perder en nuestra sociedad por el proceso de robotización de las empresas ahora ayudadas, ni quién se quedará con las plusvalías generadas. ¿Quizás los accionistas, como hasta ahora, dejando que la sociedad apechugue con el seguro de desempleo de las víctimas de tal avance? Nuestra Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea sigue formando con los impuestos de este País grandísimos profesionales que no tendrán trabajo aquí y que tendrán que buscárselo en otra parte del mundo simple y llanamente porque forma más profesionales que los que este País necesita en algunas facetas. ¿Alguien piensa que se van a seguir construyendo carreteras, ferrocarriles, depuradoras de aguas, incineradoras, etc. al mismo ritmo que en la últimas décadas? ¿Se ha preocupado nuestra Universidad de saber qué profesiones demandará nuestra sociedad en el futuro? Parece que no a tenor de lo dicho por la Consejera Tapia esta semana en Onda Vasca: “necesitamos a futuro tener talento bien formado y necesitaremos atraerlo de otros países como están haciendo países como Alemania y el Reino Unido” ¿Por qué, si sabemos que esto va a pasar, no se toman las decisiones adecuadas para que sea nuestra universidad con nuestros impuestos la que haga que sean nuestros jóvenes esos talentos que vamos a necesitar en el futuro? ¿Por qué estamos gastando dinero para que Reino Unido y Alemania se aprovechen de nuestra inversión?

También hoy estamos padeciendo la pérdida del control que antaño se tuvo sobre empresas que ejercían actividades claves para la economía del país, o sobre aquellas que se apoyaron porque superaban las posibilidades de la iniciativa privada. Naturgas, Euskaltel, Gamesa, entre otras fueron empresas en las que se invirtieron recursos y/o controles públicos que ahora están en manos privadas de ciudadanos vascos o de empresas de otros países. Pero el tema sigue. Iberdrola (el faro que alumbra todo Bilbao) ya sólo pertenece en un 1,69% a Kutxabank tras haberse desprendido en abril “del 1,9% del capital del grupo energético del que ha sido siempre uno de los a accionistas históricos”. Una consecuencia de la errónea estrategia de fusión de las Cajas de Ahorro Vascas que ha hecho perder peso en otro sector clave para la economía del país. Por cierto, el máximo accionista en abril era Qatar Investment Authority con una participación del 8,509%. Seguro que este accionista no responde a ninguna estrategia de ningún país conocido y siempre mirará por los intereses de nuestra economía y de nuestros trabajadores. De coña.

Y para resolver esta situación un mundo de contradicciones. Mientras el ExVicelehendakari trata de exponer de una manera seria la nueva tendencia del  crecimiento inclusivo, el Diputado General de Bizkaia decía esta semana que para él fue “todo un honor poder hablar en uno de los templos mundiales de debate político, social y económico. Más aún, hacerlo ante los representantes de algunos de los principales bancos mundiales, importantes sociedades y fondos de inversión”. Contraposición como el agua y el aceite, crecimiento inclusivo y la banca y fondos de inversión, reparto armónico de la riqueza y los principales causantes de la crisis actual. Por no hablar de las tesis que quienes pretenden suavizar la imposición fiscal a las sociedades para que vengan, y luego se larguen cuando quieran con el dinero y con nuestro conocimiento para venderlo en otra parte, dejándonos de nuevo paro, pobreza y desigualdad social. Y todo ello en una situación de enfrentamiento con los sindicatos del País.

Por todo ello, es necesario un debate urgente en esta sociedad sobre su Nuevo Estatus Económico en el que se discuta sobre el nivel de vida que se desea para su futuro. Desde dentro, realizado entre todos. Respetando las ideas de cada uno pero colaborando en los proyectos que benefician a la mayoría Que garantice el empleo a los jóvenes de hoy en día y las pensiones del futuro. Desde la solidaridad, democratizando y humanizando la economía, trabajando porque nadie se quede en la cuneta y aportando cada uno a las cargas comunes según sus posibilidades. Sin trampas ni protección de datos para los defraudadores fiscales. Un debate en el que los jóvenes de hoy tomen parte en primera línea y empiecen a tomar el timón de esta sociedad aprendiendo de la experiencia de los mayores pero asumiendo la responsabilidad de las decisiones sobre lo que será su futuro. Para que cuando cumplan los 30 no dejen de ser jóvenes. O, mejor dicho, para que cuando cumplan esa edad sigan manteniendo la ilusión en trabajar aquí construyendo País para las futuras generaciones

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