viernes, 5 de mayo de 2023

Progresividad fiscal o las migajas de Zedarriak

                 

      En enero, EAJ-PNV y PSE publicaron un comunicado anunciando el inicio de conversaciones para llevar adelante una reforma fiscal en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Desde entonces, pocos han sido los artículos publicados al respecto y en las entrevistas a políticos en las que se toca el tema, quizás por la lógica prudencia de todo periodo negociador, abundan los tópicos. Pero, ahora que entramos en periodo electoral, sería interesante oír pronunciamientos sobre los datos o las líneas ideológicas inspiradoras de la reforma.

            Sí, hablo de líneas ideológicas y de datos. La fiscalidad no deja de ser una parte de la política presupuestaria. No basta con decidir cuánto y en qué gastar, es preciso indicar también de dónde se van a obtener los recursos para su financiación. De qué figuras impositivas, con qué tipos y deducciones y en qué plazos. Desde ambas partes, ingresos y gastos, se puede trabajar para conseguir los retos de la sociedad que queremos construir y hacerlo de un modo más solidario. Por eso, la reforma no se puede abordar desde un liderazgo presuntamente aséptico y técnico, sino que es necesario hacerlo desde la posición ideológica de quienes ostentan la representación mayoritaria de la ciudadanía.

            Y también se necesitan datos. Para evaluar si las actuales políticas de gasto están consiguiendo los efectos pretendidos. Las instituciones públicas llevan años gastando importantísimas cantidades de dinero en temas de movilidad. Pero, a la hora de acometer el gasto ¿se conocen los objetivos perseguidos?, ¿se evalúan los resultados a posteriori? ¿Es coherente con los objetivos de sostenibilidad construir el subfluvial de Lamiako, o necesita ser ecoblanqueado con un tren lanzadera? ¿Por qué la Diputación de Bizkaia (sin competencias ferroviarias) encarga al Consorcio de Transportes un estudio para tal tren? Si Eusko Trenbide Sarea no tiene presupuesto para llevar el metro hasta el Hospital de Galdakao, ¿por qué se empeña en construir el tranvía de Zorrozaurre cuando ese servicio se podría prestar de un modo más eficiente y económico por el Ayuntamiento de Bilbao con autobuses eléctricos? Cuando todas las administraciones apuestan por favorecer el uso de la bicicleta, ¿se sabe cuántos usuarios de este medio van a dejar el coche en su casa? o ¿se duplicará el gasto porque dejarán de usar otro modo de transporte público como metro, tren o autobús? Una gestión eficiente de estas cuestiones ahorraría unos cuantos millones de euros a la ciudadanía.

En los órganos burocráticos próximos a las direcciones políticas de las distintas instituciones públicas, cada vez hay más asesores, más casillas en los organigramas y cada vez el rango de sus ocupantes es mayor. Otra bolsa de la que sacar dinero para cubrir demandas sociales como reducir los plazos en la atención sanitaria, mejorar la intervención social, la formación aplicada o invertir en investigación.

Parece, por tanto, que la “suficiencia financiera”, tantas veces aludida en las reformas fiscales enmarcadas en políticas expansivas, se puede conseguir más fácil si previamente se analizan al microscopio las partidas de gasto. Pero, también el ingreso requiere de actuaciones claras y contundentes para incrementar su eficiencia. Y para ello se deben utilizar todas las competencias que el Concierto Económico pone en nuestras manos. Empezando por la lucha contra el fraude fiscal. Si los juicios son públicos y las penas también, ¿por qué todavía no ha habido ningún Diputado, Consejero, o Ministro de Hacienda que haya acudido a sus respectivas Juntas Generales o Parlamento a exponer quienes son los delincuentes fiscales de su Territorio y a cuánto ascendía el botín que cada cual pretendía sustraer al erario público? Sería bueno que la ciudadanía conociese a quienes se han querido pasar de listos y me gustaría que Euzkadi fuese pionera en esta faceta.

Es cierto que, con fines disuasorios, desde hace unos años se publican las listas de contribuyentes con deudas superiores a 1.000.000€. Pero este asunto también tiene su trampa. Las deudas aplazadas no se publican y, sin embargo, no dejan de ser una ayuda o la concesión de un préstamo por parte de la Administración. Es sorprendente que las ayudas gestionadas a través del presupuesto de gastos deban ser publicadas y las que afectan a ingresos se oculten.

Y el tema puede llegar ser tremendamente preocupante si, como ocurre en el impuesto sobre sociedades, “los beneficios empresariales son objeto de numerosos ajustes para determinar la base imponible y, además, la carga fiscal se ve condicionada por la aplicación de incentivos fiscales, regímenes fiscales y créditos fiscales procedentes de ejercicios anteriores” como se  argumentaba en la exposición de motivos de los gravámenes a las energéticas y a la banca aprobados el año pasado en el Congreso. Los beneficios fiscales se acumulan año a año sin que se pueda calcular a priori el volumen total concedido, mientras las partidas de gasto tienen carácter limitativo y, salvo excepciones, se aprueban año a año. Parece necesario, en consecuencia, unirse a quienes demandan un tipo mínimo sobre los beneficios de las empresas que se pague sí o sí.

Pero si hay una diferencia totalmente injusta es la que asigna el IRPF al origen de la renta. Si un euro proveniente del trabajo tiene la misma capacidad de compra que uno proveniente del ahorro y resulta más costoso de conseguir, ¿tiene alguna explicación que los del trabajo puedan llegar a tributar hasta un 49% y los del ahorro sólo al 25%? En la declaración de la renta de 2020 esa diferencia de tipos supuso que en Bizkaia se dejasen de ingresar 222,5 millones de euros, de los que 110,5 MM€, la mitad, se los ahorraron contribuyentes con una base liquidable superior a 180.000€. Un dato que va contra la pretendida progresividad del impuesto y, por supuesto, contra su equidad. Como atenta contra la equidad que los contribuyentes con bases liquidables inferiores a 42.000€ soporten unas sobrerretenciones que provocan que la declaración de la renta les salga a devolver. El conjunto de los excesos aportados por esos contribuyentes, cuya rápida devolución Hacienda vende como éxito sin serlo, ascendió en 2020 a 213,3 MM€. Por contra, quienes declararon bases superiores a esos 42.000€ abonaron en su liquidación un importe neto de 102 MM€, pagando un 60% entre cuatro y seis meses después de finalizar el ejercicio correspondiente y con la posibilidad de abonar el 40% resultante sin ningún interés, hasta 10 meses después de finalizado el ejercicio. Eso…, si no solicitaron aplazamiento. Todo un ejemplo de pobres financiando a ricos.

            El otro impuesto sobre el que la reforma debe actuar es el de Patrimonio. Un impuesto que debe contribuir al objetivo de redistribución de la riqueza y que sólo contribuye, en escasa medida, a la distribución de la renta ya que la tributación conjunta por este impuesto y por el IRPF está topada. Aparte de este tope, también es de tener en cuenta el importante agujero en su normativa al fijar la valoración de los inmuebles en el 50% de su valor mínimo atribuible. Esta circunstancia supuso que se dejasen de ingresar 23 MM€ en la declaración de Patrimonio del ejercicio 2020.

Para EAJ-PNV y PSE la reforma debe aumentar la progresividad y responder a los retos que afronta la sociedad vasca. La progresividad supone que los contribuyentes deben satisfacer, a medida que su renta y/o riqueza aumenta, una cantidad de impuestos más que proporcional a su incremento de renta y/o riqueza y eso a los más ricos y/o a los de más renta no suele gustarles mucho. Así lo expuso el año pasado el colectivo Zedarriak, en su controvertido informe, al arremeter contra los tipos para contribuyentes con más de 70.000€ de renta y contra el propio impuesto sobre el Patrimonio. Tampoco es raro escuchar a empresarios amenazar con trasladar su residencia y sus empresas a otros lugares con una menor fiscalidad. Por ello, el debate ideológico y no tecnócrata es fundamental en esta reforma. Quien fuera Presidente del EBB del PNV, Xabier Arzalluz lo tenía claro: “aquel que tiene que besar la mano de quien le da el pan nunca será libre”. Frente a esta reforma sólo hay dos actitudes: avanzar realmente en la progresividad impositiva, aunque algunos “patriotas decidan abandonar el País, o conformarnos con las migajas que vayan cayendo al camino marcado por quienes opinan como Zedarriak. No sólo la justicia fiscal está en juego. También lo está la democracia.

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