viernes, 25 de febrero de 2022

Otro tropiezo del tranvía Leioa-UPV

          

        “Tropecé de nuevo y con la misma piedra, en cuestión de amores nunca aprenderé”. Esta estrofa formaba parte de una canción que Julio Iglesias popularizó a principio de los años 80 del siglo pasado. Una letra a la que, de forma reiterada, se apunta el Departamento encargado de los transportes en el Gobierno Vasco cuando sus amores son el metro o el tranvía.

            El pasado cuatro de febrero el diario DEIA se hacía eco de la noticia de que ”El metro de Leioa y la UPV-UHU se conectarían con bus eléctrico”, para lo cual la entidad Eusko Trenbide Sarea, dependiente del Gobierno Vasco encargaría en breve un estudio de demanda. No sé si es posible incluir en una noticia tantos fracasos de la administración y vender en un titular como positivo algo que vuelve a ser otro error que, si no se corrige, llevará aparejado otro despilfarro de recursos públicos.

La historia de este tranvía viene de lejos. En los primeros años de este siglo el Gobierno Vasco enfermo de metritis y tranviitis (el autobús era un apestado que no servía para nada) incluyó en su planificación la construcción de una línea de tranvía en Leioa que uniría su estación de Metro con el Campus de la Universidad del País Vasco. Una decisión que, ya de partida y sin realizar sesudos estudios, se vislumbraba que sería auténtico error por los siguientes motivos: ya existía un servicio de Bizkaibus haciendo ese recorrido, el autobús no necesita de la infraestructura que requiere la implantación de un tranvía (ni una reserva específica de suelo) y, lo más importante, la demanda de la UPV es temporal (en vacaciones se convierte en residual). Por si fuera poco, este “fantástico” proyecto se prolongaría cruzando la ría hasta la estación de metro de Urbinaga, para lo que sería necesario construir un puente, y después se uniría con el tranvía de Barakaldo.

Un magnífico proyecto sobre el papel, entretenido para dibujar o hacer maquetas, pero demasiado caro cuando se hacen los estudios pertinentes. Y mucho más cuando se involucra la maquinaria administrativa en el intento de su puesta en marcha. Un estudio encargado en 2005 por el Gobierno Vasco determinó que el tranvía de Barakaldo era inviable por su elevado coste (118 millones). No obstante, alguien debió pensar que algo se había hecho mal y encargó otro estudio en 2007 que confirmó el anterior. Pero la tranviitis atacaba de nuevo y en mayo de 2010 el Departamento entonces dirigido por el socialista Iñaki Arriola, dentro del Gobierno presidido por Patxi López, anunciaba la adjudicación del estudio informativo, último trámite burocrático previo al inicio definitivo de las obras que, según se decía, podrían arrancar en 2013 y “el proyecto pasaría de ser una utopía a una realidad en ocho años “. El motivo del nuevo intento, según la prensa del momento, era que habían cambiado los dirigentes del Ejecutivo autonómico.

Parece obvio que, como no habían cambiado las condiciones sino sólo las personas, el resultado debió ser el mismo porque, hoy en día, sigue pareciendo una utopía. Poco tiempo después, en abril de 2011, el propio Ayuntamiento de Barakaldo, en el ámbito de sus competencias, puso en marcha un servicio de autobús urbano, conocido como “Kbus”, con más paradas, más metido en el trazado urbano y con mayores relaciones con el extrarradio municipal que la proyectada “prolongación” del tranvía de Leioa. No creo que nadie en Barakaldo echase en falta las obras del tranvía, ni las pérdidas de aparcamiento o carriles de circulación, ni las afecciones a las fachadas de las casas de los cables para su electrificación. Es más, en 2015, ante otro intento de retomar el tema porque iba a haber otro cambio de personas, esta vez en el Ayuntamiento de Barakaldo, siete asociaciones vecinales pidieron la paralización del proyecto después de que se anunciase públicamente que estaba encargado el proyecto constructivo. Parece que después de cuatro tropezones, muchos miles de euros tirados a la basura en estudios y proyectos, horas de funcionarios, ruedas de prensa y debates en instituciones este tramo sigue en el cajón, aunque no descarto que algún nuevo interés económico provoque un nuevo anuncio.

            Repasado el tramo barakaldés volvemos por el proyecto hacia Leioa y nos encontramos con el puente previsto para cruzar la ría. Aquí alguien pensó que, como el tranvía servía para unir dos zonas tan “densamente pobladas” como las estaciones de metro de Urbinaga y Leioa, no estaría mal gastarse un poco la pasta en crear un espectacular puente levadizo con poleas. Imagino que algún cuerdo diría que no era una cuestión turística, sino de transporte y que unir un tranvía, el de Barakaldo, no existente, con otro tranvía, el de Leioa, tampoco existente, iba a recordar mucho lo que fue el puente sobre el puerto de Zierbena hasta que se tiró: ejemplo de hormigón y despilfarro público.


            Llegamos al origen, Leioa, y a los tropiezos recogidos en la noticia que me ha llevado a escribir este artículo. Si los esfuerzos por lanzar el proyecto en Barakaldo y el puente sobre la ría se quedaron sólo en papel (muy costoso, eso sí), en Leioa, además de en estudios (el último de 2006) el dinero también se fue en obra ya que se llegaron a construir las cocheras en 2010 con un presupuesto de 4,2 millones de euros, para que más tarde en febrero 2018 la Comisión de Desarrollo Económico e Infraestructuras del Parlamento Vasco acordase suspender el proyecto del tranvía entre el metro de Leioa y la UPV para analizar otras alternativas de transporte público que permitan realizar esta conexión de un modo más económica y con aceptación social. ¿Después de no sé cuántos estudios y dinero tirado a la basura se acuerda paralizar el proyecto y hacer otro informe? Pues sí, y ya tenemos aquí qué es lo que quieren hacer. En vez de “analizar otras alternativas de transporte más económicas” se decide que la opción es utilizar un bus eléctrico. Pero, no uno cualquiera, no, uno específico con un excesivo impacto económico. Por lo menos eso era lo que se planteaba el Departamento de Infraestructuras dirigido por Arantxa Tapia a finales en 2018 cuando preveía invertir 500.000€ para estudios previos (más estudios previos) y tenían una estimación de otros 26 millones de euros para la implantación, incluida la infraestructura especial para este tipo de buses, la reforma de las cocheras y la adquisición de 7 vehículos. Eso sí, no sabían cuántas paradas tenía que tener el servicio.

            Desconozco si se utilizaron aquellos 500.000€, o no. Pero, lo que recogió DEIA a principios de este mes, de palabras de Pedro Marco Viceconsejero de Infraestructuras y Transportes del Gobierno Vasco, es que ”Eusko Trenbide Sarea (ETS) va a licitar un estudio del diseño de líneas de autobús público en Leioa, a las que incorporará la nueva línea de autobús eléctrico para optimizar todo el sistema de movilidad integral”. Y esta frase, por sí sola, es un cúmulo de tropiezos.

Primero. ¿Alguien cree que por poner más trasporte público se va a aumentar la demanda de viajeros en esa zona de manera que la rentabilidad económica y social resultante sea mejor que ahora? ¿Alguien piensa de verdad que si se superponen dos líneas se va a captar el doble de viajeros?

Segundo. El estudio del diseño se lo podrían pedir a la Diputación Foral de Bizkaia, que es la institución competente en materia de transporte interurbano de viajeros por carretera. Además, a través de Bizkaibus dispone de una línea (A2161 Bizkaiko Zubia/Puente Bizkaia-UPV/EHU) que ya une el metro de Leioa con la UPV y que en varias ocasiones ha sido rediseñada para mejorar las propias conexiones internas del Municipio de Leioa a instancia del propio Ayuntamiento. Supongo que esta actuación, en el caso en que fuesen competentes, sería sumamente más barata que encargar un nuevo estudio.

Tercero. Para más INRI, Euskotren empresa pública del Gobierno Vasco, que aún mantiene en su seno una división de autobuses, gestiona mediante concesión lineas en la Margen Derecha y entre Margen Izquierda y UPV. Es decir, que el Gobierno Vasco dispone, a través de Euskotren, de los datos reales de demanda de un servicio con muchos años en funcionamiento con los que cualquier observador objetivo con criterios de rentabilidad económica y social echaría por tierra cualquier enésimo intento de “innovar” en materia de transporte en esta zona.

Cuarto. Eusko Trenbide Sarea-Red Ferroviaria Vasca, según su página web es el ente público creado por el Gobierno Vasco para reordenar el sector ferroviario de Euskadi e impulsar un nuevo equilibrio de los modos de transporte, a favor de aquellos de menor impacto ambiental, especialmente el ferroviario. No tiene por tanto competencias en materia de autobuses. Y añado, el Gobierno Vasco tampoco.

Ya es hora de que cada una de las instituciones afectadas por este proyecto y los partidos políticos, de gobierno u oposición, existentes en cada una de ellas actúen con criterios de responsabilidad. Si el problema es de movilidad, ha quedado demostrado que el ferrocarril, tranvía en este caso, no es el modelo más eficiente. Si creemos que la demanda de la UPV (usada como señuelo de este proyecto) o la del Municipio de Leioa no está bien atendida, ínstese a la Diputación Foral de Bizkaia a adecuar las frecuencias del servicio existente. Y si de lo que estamos hablando es de modernidad, de eficiencia energética y de apoyo a los desarrollos industriales de Euzkadi en ese sentido, el Gobierno Vasco no tiene más que adquirir los autobuses que cumplan con estos requisitos, aportarlos a la flota de Euskotren y que ésta los incorpore a las líneas que gestiona como concesionaria de la Diputación Foral de Bizkaia.

Seguro que el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas podría certificar, sin duda, que la propuesta es más eficaz y eficiente, social y económicamente, que lo sucedido hasta la fecha con este proyecto. Sería de desear que el Gobierno Vasco no siguiese aplicando el cancionero de Julio Iglesias a este proyecto y volviese a tararear aquello de “otros que vengan lo continuaran, la vida sigue igual”.

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