Con cada noticia o documento que leo en relación con
la salida a Bolsa de Euskaltel más convencido estoy de que alguien nos ha querido
contar un cuento chino.
Un cuento chino que, afortunadamente, lejos de haber
calado entre la ciudadanía vasca, parece que la ha cabreado seriamente.El cabreo alcanza a gentes de todo el espectro político e incluso a destacados
cargos públicos del Partido Nacionalista Vasco, partido que, por el contrario,
no ha hecho pública declaración alguna más allá de alinearse con la, en primera instancia, rotunda y, más tarde, no entendible posición de Gobierno Vasco. Bien por declarar
que este tipo de actuaciones chocan con el modelo de empresa vasca que defiende
el ejecutivo autonómico. Desconcertante cuando insta a los directivos a
invertir sus jugosos bonus en la empresa. Como si dicha reinversión supusiera
un esfuerzo para quienes, en menos de tres años, se han hecho multimillonarios
con una gestión que no justifica semejante premio. Como si con la aceptación de
esa recomendación se recuperase el “alma, arraigo, compromiso, responsabilidad
y participación de las personas" reclamado para el modelo de empresa vasca
defendido por el Lehendakari Iñigo Urkullu ante la Asamblea del Sindicato
Empresarial Alavés el pasado viernes.
Por cierto tampoco es entendible que,
tras las rotundas declaraciones, el propio Lahendakari y su Consejera Arantza Tapia compartieran foto con el presidente de Euskaltel nada más y nada menos
que en la presentación del comité público-privado que designará la estrategia
Basque Industry 4.0. Algo no casa y algo no empieza bien.
En este cuento chino se han expuesto básicamente dos
historias: que esta operación dotaba de músculo financiero a la
empresa para poder seguir creciendo, hablándose incluso de la posible
adquisición de dos empresas de telefonía en Asturias y Galicia, y que el
reparto de bonus a sus directivos es algo normal en los mercados.
Hay que dejar claro de una vez por todas que la
salida a bolsa de Euskaltel no va a reportar ni un sólo euro a la empresa. La
operación ha consistido pura y simplemente en la venta en el mercado financiero de
una parte de las acciones de sus anteriores accionistas. No estamos ante la
puesta en circulación de acciones nuevas provenientes de una eventual
ampliación de capital que no se ha producido. Si no hay más dinero, ¿cómo se va
a hacer frente a las supuestas inversiones de futuro? Si las inversiones son
posibles actualmente, ¿por qué no se han hecho antes de la salida a bolsa?
Es más, tras su salida a bolsa la sociedad Euskaltel
S.A. dispone de menos dinero en su tesorería. Por lo menos en el importe
destinado a pagar los bonus de sus directivos y las dos pagas extras al resto
de los empleados en una paternalista decisión de socializar el “premio por la generación de valor”. Una
decisión que tampoco ha hecho mucha gracia a unos trabajadores que, en los
últimos tres años, han tenido que soportar un cambio en las condiciones
laborales y la salida de compañeros de la plantilla de la empresa.
Quienes tratan de defender el obsceno botín que se
van a repartir los directivos lo hacen precisamente desde la perspectiva de su
habitualidad en las operaciones de este tipo. Efectivamente, estos premios son
habituales cuando, después de haber desarrollado una idea de negocio, sus
primeros inversores desean recuperar el dinero de la inversión y las plusvalías
por el riesgo de su inversión o la genialidad de la idea, o cuando en un
proceso de crecimiento de la empresa se logra colocar a ésta en un nivel
distinto de resultados económicos para sus accionistas. Ni una ni otra circunstancia
se ha dado en el caso de Euskaltel.
En 2012 cuando sus primeros inversores salieron del
capital de la empresa no hubo premio alguno. Ni para directivos (al menos que
se sepa), ni para los accionistas que escasamente recibieron un triste
reintegro por su inversión en una empresa concebida en sus orígenes como
estratégica para el País. No cabe otra calificación a los 400 millones de euros
establecidos entonces como valoración frente a los 384,6 millones que figuraban
en el epígrafe de Fondos Propios de la Sociedad en las cuentas anuales de 2011
tras haber asumido, con cargo a los resultados de dicho año, el impacto
negativo 221,9 millones de euros consecuencia de la sentencia por su conflicto
con Orange.
Desde 2012 hasta hoy tampoco ha existido un despegue
en la cifra de beneficios que justifique premio alguno. De acuerdo con los
datos aportados a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, en 2012 los
beneficios después de impuestos alcanzaron los 40,1 millones de euros que en
2013 subieron a 42,3, para descender en 2015 a 36,8. Es más, los beneficios del
primer trimestre de 2015 (1,2 millones de euros) han sido sustancialmente
menores que los de igual periodo del ejercicio 2014 (3 millones de euros).
No parece, por tanto, que haya nada que justifique
el obsceno botín repartido y, en mi opinión, es fundamental que se aclaren el
procedimiento seguido y la valoración resultante en el momento que el
Gobierno Vasco decidió deshacerse de su participación en la sociedad y, también,
cuando se valoró en 68 millones de euros la “Red de
Telecomunicaciones e Infraestructura Excedentaria” que la Comunidad Autónoma
Vasca vendió a Euskaltel en 2012 y constituye la base de su red de fibra
óptica. Curiosa, por otra parte, la denominación de excedentaria para una red
que fue estratégica en su momento, que se venía arrendando a Euskaltel y que es
fundamental para su negocio.
Pero, para la transmisión de este cuento son necesarios
también los medios y en este campo tampoco hay nada que justifique determinadas
posiciones de nadar y guardar la ropa. Como la mantenida por el diario DEIA
durante este proceso. A medio camino entre el posicionamiento a favor de los
acuerdos adoptados por Euskaltel y la opinión de buena parte de sus lectores
que se han sentido profundamente dolidos por el ataque a una empresa que,
incluso antes de su creación, reflejaba una apuesta de futuro para Euskadi.
Me llamó la
atención su editorial del pasado lunes donde en relación al hecho de que los
fondos que entraron hace tres años hayan triplicado su inversión se decía “Sería de agradecer que alguien pueda dar
una explicación al respecto, pues no es fácil de entender semejante
revalorización en una compañía que no ha visto evolucionar en la misma
proporción los indicadores principales de su actividad y negocio”. Entiendo
que lo tenían fácil los editorialistas. Bastaba con que hubiesen preguntado al
Presidente del Consejo de Administración de la empresa en la que trabajan, pues
él también forma parte de la lista de personas “non gratas” para la empresa vasca en que para mí se ha convertido
el Consejo de Administración de Euskaltel y que según su página web lo
componen:
D. Alberto García Erauzkin, Presidente.
D. Richard David Alden,
Vicepresidente.
Dña. Alicia Vivanco González.
D. Alfonso Basagoiti Zabala.
D.
Javier Bañón Treviño.
Mareblu, S.à.r.l., representada por D. John C. Mowinckel.
Dña. Bridget Cosgrave.
D. José Angel
Corres Abasolo.
Dña. Belén Amatriaín Corbi.
D. Iñaki Alzaga Etxeita.
D. Francisco Javier
Allende Arias, Secretario.
D. Javier Ruiz-Cámara Bayo, Vicesecretario.
Si
alguien conoce algún responsable más, que seguro que lo habrá, estaría bien que
lo diese a conocer para incorporarlo a la lista.
Acabo como en mi anterior artículo. ¿Aclarará este
asunto el Gobierno Vasco? ¿Lo aclararán los Tribunales? Sinceramente, por la
credibilidad del País, preferiría lo primero.
Parece que los socios originarios de Euskaltel se han dado cuenta de la tomadura de pelo que supuso la venta de sus participaciones a los fondos y ahora reclaman (a tiempo pasado) su parte en el pastel.
ResponderEliminarMuy listos no anduvieron... O quizá sí. Otros, si que estuvieron hábiles y rápidos..... Y con el consentimiento de algunos de los primeros.