jueves, 2 de julio de 2015

El cuento chino de Euskaltel

Con cada noticia o documento que leo en relación con la salida a Bolsa de Euskaltel más convencido estoy de que alguien nos ha querido contar un cuento chino.

Un cuento chino que, afortunadamente, lejos de haber calado entre la ciudadanía vasca, parece que la ha cabreado seriamente.El cabreo alcanza a gentes de todo el espectro político e incluso a destacados cargos públicos del Partido Nacionalista Vasco, partido que, por el contrario, no ha hecho pública declaración alguna más allá de alinearse con la, en primera instancia, rotunda y, más tarde, no entendible posición de Gobierno Vasco. Bien por declarar que este tipo de actuaciones chocan con el modelo de empresa vasca que defiende el ejecutivo autonómico. Desconcertante cuando insta a los directivos a invertir sus jugosos bonus en la empresa. Como si dicha reinversión supusiera un esfuerzo para quienes, en menos de tres años, se han hecho multimillonarios con una gestión que no justifica semejante premio. Como si con la aceptación de esa recomendación se recuperase el “alma, arraigo, compromiso, responsabilidad y participación de las personas" reclamado para el modelo de empresa vasca defendido por el Lehendakari Iñigo Urkullu ante la Asamblea del Sindicato Empresarial Alavés el pasado viernes.


            Por cierto tampoco es entendible que, tras las rotundas declaraciones, el propio Lahendakari y su Consejera Arantza Tapia compartieran foto con el presidente de Euskaltel nada más y nada menos que en la presentación del comité público-privado que designará la estrategia Basque Industry 4.0. Algo no casa y algo no empieza bien.

En este cuento chino se han expuesto básicamente dos historias: que esta operación dotaba de músculo financiero a la empresa para poder seguir creciendo, hablándose incluso de la posible adquisición de dos empresas de telefonía en Asturias y Galicia, y que el reparto de bonus a sus directivos es algo normal en los mercados.

Hay que dejar claro de una vez por todas que la salida a bolsa de Euskaltel no va a reportar ni un sólo euro a la empresa. La operación ha consistido pura y simplemente en la venta en el mercado financiero de una parte de las acciones de sus anteriores accionistas. No estamos ante la puesta en circulación de acciones nuevas provenientes de una eventual ampliación de capital que no se ha producido. Si no hay más dinero, ¿cómo se va a hacer frente a las supuestas inversiones de futuro? Si las inversiones son posibles actualmente, ¿por qué no se han hecho antes de la salida a bolsa?

Es más, tras su salida a bolsa la sociedad Euskaltel S.A. dispone de menos dinero en su tesorería. Por lo menos en el importe destinado a pagar los bonus de sus directivos y las dos pagas extras al resto de los empleados en una paternalista decisión de socializar el  “premio por la generación de valor”. Una decisión que tampoco ha hecho mucha gracia a unos trabajadores que, en los últimos tres años, han tenido que soportar un cambio en las condiciones laborales y la salida de compañeros de la plantilla de la empresa.

Quienes tratan de defender el obsceno botín que se van a repartir los directivos lo hacen precisamente desde la perspectiva de su habitualidad en las operaciones de este tipo. Efectivamente, estos premios son habituales cuando, después de haber desarrollado una idea de negocio, sus primeros inversores desean recuperar el dinero de la inversión y las plusvalías por el riesgo de su inversión o la genialidad de la idea, o cuando en un proceso de crecimiento de la empresa se logra colocar a ésta en un nivel distinto de resultados económicos para sus accionistas. Ni una ni otra circunstancia se ha dado en el caso de Euskaltel.

En 2012 cuando sus primeros inversores salieron del capital de la empresa no hubo premio alguno. Ni para directivos (al menos que se sepa), ni para los accionistas que escasamente recibieron un triste reintegro por su inversión en una empresa concebida en sus orígenes como estratégica para el País. No cabe otra calificación a los 400 millones de euros establecidos entonces como valoración frente a los 384,6 millones que figuraban en el epígrafe de Fondos Propios de la Sociedad en las cuentas anuales de 2011 tras haber asumido, con cargo a los resultados de dicho año, el impacto negativo 221,9 millones de euros consecuencia de la sentencia por su conflicto con Orange.

Desde 2012 hasta hoy tampoco ha existido un despegue en la cifra de beneficios que justifique premio alguno. De acuerdo con los datos aportados a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, en 2012 los beneficios después de impuestos alcanzaron los 40,1 millones de euros que en 2013 subieron a 42,3, para descender en 2015 a 36,8. Es más, los beneficios del primer trimestre de 2015 (1,2 millones de euros) han sido sustancialmente menores que los de igual periodo del ejercicio 2014 (3 millones de euros).

No parece, por tanto, que haya nada que justifique el obsceno botín repartido y, en mi opinión, es fundamental que se aclaren el procedimiento seguido y la valoración resultante en el momento que el Gobierno Vasco decidió deshacerse de su participación en la sociedad y, también, cuando se valoró en 68 millones de euros la “Red de Telecomunicaciones e Infraestructura Excedentaria” que la Comunidad Autónoma Vasca vendió a Euskaltel en 2012 y constituye la base de su red de fibra óptica. Curiosa, por otra parte, la denominación de excedentaria para una red que fue estratégica en su momento, que se venía arrendando a Euskaltel y que es fundamental para su negocio.

Pero, para la transmisión de este cuento son necesarios también los medios y en este campo tampoco hay nada que justifique determinadas posiciones de nadar y guardar la ropa. Como la mantenida por el diario DEIA durante este proceso. A medio camino entre el posicionamiento a favor de los acuerdos adoptados por Euskaltel y la opinión de buena parte de sus lectores que se han sentido profundamente dolidos por el ataque a una empresa que, incluso antes de su creación, reflejaba una apuesta de futuro para Euskadi.

 Me llamó la atención su editorial del pasado lunes donde en relación al hecho de que los fondos que entraron hace tres años hayan triplicado su inversión se decía “Sería de agradecer que alguien pueda dar una explicación al respecto, pues no es fácil de entender semejante revalorización en una compañía que no ha visto evolucionar en la misma proporción los indicadores principales de su actividad y negocio”. Entiendo que lo tenían fácil los editorialistas. Bastaba con que hubiesen preguntado al Presidente del Consejo de Administración de la empresa en la que trabajan, pues él también forma parte de la lista de personas “non gratas” para la empresa vasca en que para mí se ha convertido el Consejo de Administración de Euskaltel y que según su página web lo componen:

D. Alberto García Erauzkin, Presidente. 
D. Richard David Alden, Vicepresidente.
Dña. Alicia Vivanco González.
D. Alfonso Basagoiti Zabala.
D. Javier Bañón Treviño.
Mareblu, S.à.r.l., representada por D. John C. Mowinckel.
Dña. Bridget Cosgrave.
D. José Angel Corres Abasolo.
Dña. Belén Amatriaín Corbi.
D. Iñaki Alzaga Etxeita.
D. Francisco Javier Allende Arias, Secretario.
D. Javier Ruiz-Cámara Bayo, Vicesecretario.

Si alguien conoce algún responsable más, que seguro que lo habrá, estaría bien que lo diese a conocer para incorporarlo a la lista.

Acabo como en mi anterior artículo. ¿Aclarará este asunto el Gobierno Vasco? ¿Lo aclararán los Tribunales? Sinceramente, por la credibilidad del País, preferiría lo primero.

   

1 comentario:

  1. Parece que los socios originarios de Euskaltel se han dado cuenta de la tomadura de pelo que supuso la venta de sus participaciones a los fondos y ahora reclaman (a tiempo pasado) su parte en el pastel.
    Muy listos no anduvieron... O quizá sí. Otros, si que estuvieron hábiles y rápidos..... Y con el consentimiento de algunos de los primeros.

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