lunes, 31 de octubre de 2016

Barones, Nobleza y Forrest Gump


El sudoku ya está resuelto. Tras dos convocatorias electorales y 300 días en funciones Mariano Rajoy es de nuevo Presidente. Desgraciadamente.

Pedro Sánchez reconoció ayer en la entrevista con Jordi Evole que intentó formar un gobierno alternativo al Partido Popular, pero el grupo Prisa se opuso. Curiosamente un grupo de opinión que ha mantenido durante muchos años la bandera de la izquierda. Pero los tiempos cambian. La deuda del grupo Prisa con los medios financieros es impresionante y uno de los sus máximos dirigentes Juan Luis Cebrián ha sido descubierto en los papeles de Panamá. Sin embargo, sigue influyendo. Antes del lado de la izquierda, ahora al lado del dinero. Las deudas son las deudas, y se pagan. Sobre todo si habiéndote pillado con las manos en la masa quieres seguir jugando a ser influyente e impune en una sociedad corrompida desde el poder y donde el partido que gobierna está implicado "hasta las cachas".


Un gran amigo de Juan Luis Cebrián, un tal Felipe González, un personaje al que un cambio de género le ha reportado pingües beneficios (antes era socialista y ahora socio listo) fue otro de los que se opuso a un gobierno del cambio. Hasta el punto de declarar públicamente que se sintió engañado por  Pedro Sánchez por no abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy. Quizás por eso se creyó obligado a incitar un golpe dentro de su partido y derrocar a un Secretario General elegido directamente por la afiliación. El primer y único Secretario General del PSOE elegido directamente por la afiliación. Pero no el primer líder elegido directamente por la afiliación socialista abatido por el aparato del partido. Ese "honor" le corresponde a Josep Borrell, quien tuvo la osadía de enfrentarse en unas primarias para la elección de candidato del PSOE a Presidente el Gobierno al entonces Secretario General del Partido Socialista, Joaquín Almunia, y ganarle. Una afrenta que le enfrentó al aparato socialista hasta el punto de tenerse que buscar una "oficina del candidato" fuera de Ferraz. Y aguantar continuos desaires hasta que optó por renunciar cuando alguien vinculó a algunos antiguos colaboradores suyos en algún asunto poco claro. Borrell y Sánchez dos líderes elegidos directamente por sufragio de la afiliación socialista, los dos únicos. Y los dos derrocados por el aparato de su Partido, por los denominados barones. Un escaparate muy poco edificante para un partido político que se dice demócrata.

No deja de ser curioso que siendo socialistas no les preocupe tal denominación. Los barones socialistas representan lo mismo que los nobles en la Edad Media: el sometimiento del pueblo a sus intereses y al juego de equilibrios territoriales con el monarca de turno. Para apoyarle o decapitarle. Como a Josep Borrell antes y a Pedro Sánchez ahora. Democracia del pueblo, pero sin el pueblo. Lo decía el barón extremeño Juan Luis Rodríguez Ibarra cuando recientemente  consideraba poco menos que vejatorio que se consulte a las bases en cuestiones transcendentales para su partido o para la sociedad a la que dicen representar. ¿Cómo se pretende que la ciudadanía en general confíe en unos políticos que ni tan siquiera consideran conveniente consultar a las bases de su partido para cuestiones transcendentales? ¿Cómo pretende este tipo de políticos que la sociedad en general no les aborrezca y les siga votando?

La dimisión forzada de Pedro Sánchez como Secretario General del PSOE y el consiguiente cambio de posición frente a la investidura de Mariano Rajoy como Presidente de Gobierno ha provocado una crisis sin precedentes dentro del PSOE, de su Comité Federal, de su afiliación y, lo que es más importante, en la política del Estado. Pero también ha vuelto a poner sobre la mesa cuestiones muy importantes en democracia como el sistema de toma de decisiones en los partidos políticos y si los parlamentarios deben obediencia inequívoca a las consignas de sus respectivos partidos políticos. El militante socialista Juan Luis Uriz en un artículo muy crítico y sincero publicado en DEIA bajo el título “23-O: La mayor traición al PSOE” señalaba que la decisión de abstenerse en la segunda votación de la investidura de Rajoy “fue tomada nominalmente en ese negro Comité Federal en el que un 70% son cargos que viven del partido, que su salario depende de una decisión, especialmente en Andalucía, de la todopoderosa Susana Díaz. ¿Quién, a pesar de entender que era un error, va a votar por el no a Rajoy, sabiendo que al día siguiente se encontrará sin trabajo? Eso es jugar con las cartas marcadas.” Un apunte muy importante que vuelve a remarcar el poder de las baronías y a cuestionar la caja negra de relaciones dentro de los partidos políticos. Probablemente el caso del  PSOE no sea único, pero sí en el que de un modo más claro se gestionan este tipo de cosas. ¿Quién no se acuerda de la frase de Alfonso Guerra el que se mueva no sale en la foto?

En la votación del sábado hubo 15 diputados del grupo socialista que se mantuvieron en el “No es no” y, según parece, van a ser sancionados por ello ¿Qué sentido tiene que quien ha sido elegido con un programa político concreto sea castigado por no hacer aquello a lo que se comprometió con los ciudadanos que votaron la candidatura en la que aparecía su nombre? Si los grupos políticos actúan siempre monolíticamente, ¿para qué hace falta 350 diputados en el Congreso? Esta forma de actuar podría llevar a la ciudadanía a plantear que, una vez efectuadas las elecciones, se reuniesen los portavoces titulares y suplentes (por si alguno está enfermo) y decidiesen, mediante voto ponderado, sobre cada uno de los temas que se planteasen en la cámara. El ahorro de dinero sería impresionante. La falta de debate, de ideas y de planteamientos alternativos a lo oficial,  también.

El sábado con su abstención los socialistas no solamente facilitaron la formación de un gobierno, sino que han puesto en manos de Mariano Rajoy una legislatura a su medida: …o larga,… o corta. No se sabe. Ni se sabrá. Porque el que ahora tiene la facultad de convocar elecciones es Don Mariano. Y, Don Mariano es posible que vuelva a interpretar el papel de Forrest Gump y ajeno al mundanal ruido llegue el día en que diga “Recorrí un largo camino, durante mucho tiempo”, y la legislatura haya acabado. Pero, también es posible que, dirigiéndose a los socialistas les diga “Tonto es el que hace tonterías” y amenace con una convocatoria electoral a las primeras de cambio cuando los socialistas intenten llevar una política de acoso al gobierno que impida que éste pueda llevar adelante su programa. ¿Volverá el Comité Federal a abstenerse para que no haya unas nuevas elecciones que “España no se puede permitir”? Ese ha sido su argumento en esta ocasión y, desde hoy, Mariano corre.


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