jueves, 28 de marzo de 2019

La guerra no es un juego


Seguro que todos hemos jugado alguna vez. A dos; agua. Jota seis; tocado; Jota siete; hundido…Sí es el famoso juego de barcos. Un pasatiempo inofensivo al que se puede jugar con dos cuartillas de papel y dos lapiceros, a pesar de que algunas empresas jugueteras lo hayan sofisticado y empaquetado bajo el nombre de “Batalla naval” o, incluso con nombres o portadas más belicosas con el fin de hacer “más atractivo” algo que, se supone, todavía es un juego.

Pero las batallas navales reales no son un juego, y los portaaviones como el que atracó el pasado domingo en Getxo, tampoco. Son instrumentos de guerra. En teoría pensados para la defensa del país cuya bandera ondean pero, en realidad herramientas dispuestas a hundir enemigos en la mar, en tierra o en el aire. Por ello, es importante que la ciudadanía considere dichos elementos como peligrosos y no aptos para el disfrute en tiempo de ocio como si se tratasen de atracciones de un parque temático. Por ello es importante que la educación a nuestros jóvenes se haga en valores de paz y no de guerra. Y, por supuesto, resulta imprescindible que, de existir, los ejércitos estén plenamente convencidos de que su misión es servir a la sociedad que les mantiene con sus impuestos, sin que haya el mínimo resquicio a que dicha sociedad se vea apuntada por sus cañones.


En Euzkadi la sociedad en general, empezando por sus instituciones, tiene este tema bastante claro. El pasado 11 de marzo con motivo del “Día europeo de las víctimas del terrorismo” el Lehendakari Urkullu señalaba que “Después del desarme y disolución de ETA, una tarea pendiente es manifestar al unísono que matar, extorsionar, secuestrar, torturar, agredir… fue injusto. Cuando hablamos del Batallón Vasco Español, el GAL y organizaciones terroristas similares “fue injusto” significa recordar que su violencia provocó víctimas y sufrimiento que no siempre fue reconocido y, en algunos casos, ni siquiera investigado. Decir “fue injusto” es recordar a cada una de las víctimas y afirmar sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación. La conclusión es: nunca debió ocurrir, “nunca más” debe repetirse.” Para añadir “Este mensaje mira al futuro. Al futuro de la convivencia y la cultura de paz. Al futuro de los derechos humanos y del nunca más”.

Cultura de paz y no de guerra. Desde la máxima autoridad del País. Invitando a manifestar al unísono que matar está mal. Un tema éste, en el que con frecuencia se producen ausencias u omisiones dependiendo del lado de la “contienda” en la que se sitúen los actores. En el acto mencionado faltó Bildu, pero en tantas y tantas ocasiones han sido otros los partidos políticos y medios de comunicación que han faltado a la cita y siguen faltando. Ni “El Correo”, ni sus coideólogos españoles “ABC” y  “La Razón”, ni otra serie de medios similares han incidido nunca que es necesario buscar a los responsables de las muertes, provocadas por el Batallón Vasco Español, el GAL u organizaciones terroristas similares. Estos mismos medios tampoco han incidido en instar al Gobierno de España que pida perdón por el bombardeo de Gernika contra población civil realizado bajo la autoridad de quien se sublevó frente a la Republica y murió en la cama dejando como sucesor a quien da nombre al barco llegado el domingo a Getxo, padre del actual jefe del Estado. ¡Cómo lo van a instar si alguno de ellos lo enalteció en sus páginas cuando se produjo y chupó del botín de los vencidos, aunque hoy enarbole (para nuestra vergüenza) el título de Ilustre de Bilbao!

Es posible que muchas de las 12.300 personas que, procedentes de Bizkaia o de provincias limítrofes, acudieron el fin de semana a visitar el buque anfibio portaeronaves desconociesen que fue precisamente esa misma armada, la española, la última que disparó contra vascos en la costa de Bizkaia. Es posible también que desconozcan que, el 5 de marzo de 1937 en plena Guerra Civil, desde la batería costera de Punta Galea, en Getxo, el Lendakari Aguirre pudo ver el desigual combate entre bacaladeros, armados para ejercer la defensa de Euzkadi en el mar, contra potentes buques de guerra de la armada sublevada, cuando los primeros intentaban, en vano, liberar al buque de pasajeros Galdames que hacía en trayecto Baiona-Bilbao del apresamiento realizado por el crucero Canarias. Supongo que muchos de ellos igualmente ignorarían que el Lendakari Aguirre también fue alcalde de Getxo, que en dicho municipio hoy ejerce de concejala una nieta suya y que la junta de portavoces de su Ayuntamiento, con el apoyo de los grupos EAJ-PNV, EH-Bildu, PSE y Guk, había mostrado su «disconformidad» con la llegada del 'Juan Carlos I'. Es entendible que lo ignorasen, pero además del Ayuntamiento de Getxo somos muchos los vascos que, además de conocerlo, estamos en contra de la sublevación militar de Franco y no nos fiamos de quienes hoy son los sucesores de aquella armada que apresaba barcos civiles. Y no nos fiamos porque en el ejército español sigue existiendo mucho franquista que hace alarde de ello sin que, como esta misma semana indicaba el Diputado Aitor Esteban, nunca pase nada y tememos que muchos de ellos no dudarían ni un momento en alzarse contra la población civil invocando el artículo 8 de la Constitución. De hecho, ya lo invocaron algunos en el marco del proces catalán.

En un momento en el que en Euzkadi se trata de proteger a la juventud de la adicción al juego con iniciativas para evitar la proliferación de locales de apuestas en el entorno de los centros escolares, cuando la sociedad vasca se esfuerza en trabajar en la cultura de la convivencia y la paz, choca ver cómo familias completas con niños y niñas hacen cola para ver máquinas de matar como si se tratase de un juego. Mientras en distintos espectáculos se prohíbe la entrada a menores para evitar que vean la violencia que pueda haber en los mismos, al armada española abre sus puertas a todos los públicos obviando que durante una jornada “en acción” sus buques pueden causar más muertes que la que hayan podido causar ETA, el Batallón Vasco Español y el GAL juntos en toda su historia. Auténticas contradicciones.

Pero sigue sin pasar nada. Dando las gracias por el cariño recibido, la armada española anuncia su vuelta con otra de sus unidades más insignes en esta ocasión la atracción será el buque escuela Juan Sebastián Elcano. Un buque en el que hace cuatro años fue incautado un importante alijo de cocaína valorado en más de 4 millones de euros. El buque en el que, supuestamente, se enseña a sus alumnos a defender a España desde el mar, fue utilizado para negociar con otra arma mortal para la juventud: la cocaína. ¡Menuda escuela! ¡Menuda armada! No me gusta nada ni lo que enseña ni lo que oculta.

Creo que, como el Ayuntamiento de Getxo en las fechas previas a la llegada del Juan Calos I, o como esta misma semana ha hecho la Junta de Portavoces del Parlamento Navarro por las maniobras con fuego real en el polígono de las Bardenas, también el Parlamento Vasco debiera reafirmar la apuesta de Euzkadi por la cultura de la paz y manifestar su oposición a estos aparentes juegos de barcos. Para mí como para muchos vascos la guerra no es un juego.

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