Soy funcionario, y durante varios años estuve en la
gestión política, como Concejal en Getxo primero y más tarde como Director General en la
Diputación Foral de Bizkaia. He dedicado prácticamente toda mi vida laboral a
dos profesiones que suelen ser puestas en entredicho por gran parte de la
ciudadanía. Es probable que al decir la palabra funcionario lo primero que
venga a la mente, todavía, sea la imagen de un señor detrás de un mostrador
recogiendo unos papeles, muchas veces considerados innecesarios, para poder así
realizar algún trámite burocrático cuyos plazos de resolución son más largos de
lo que pensamos que debieran durar. Nos olvidamos entonces de que para que la
sanidad, la educación, la seguridad, hacienda pública o el sistema judicial
funcionen de manera adecuada es necesario un número muy importante de personas,
la mayoría con status de funcionario o asimilado, cuyo trabajo ayuda a sostener
nuestro sistema de bienestar y posibilita que nuestra vida se desarrollen
dentro de unos niveles de calidad desconocidos en otras partes del mundo.
Personas que tienen derecho a que se respete su régimen laboral Igual que el
resto de los ciudadanos para los que trabajan a cambio de sus impuestos.
No
pretendo con este artículo reivindicar ninguna mejora de tipo corporativo, sino
salir al paso de las críticas de Confebask en relación a la decisión del
Gobierno Vasco de restituir al personal a su servicio la jornada laboral de 35
horas semanales que disfrutaba antes del inicio de la crisis. Una crítica
efectuada hace ya más de dos meses, pero sobre la que quiero dejar constancia
de mi opinión en este foro tras comprobar que, ni antes ni después de esta
crítica sus señorías los empresarios ha manifestado opinión contraria alguna
sobre situaciones que yo calificaría, al menos, como de poco éticas y que de
manera directa o indirecta afectan también a los intereses públicos, por cuanto
afecta a sus ingresos.
Decía
Confebask no entender “que el gobierno
vasco decrete la vuelta a la semana laboral de 35 horas, en un momento en el
que ese debate no está presente”. Además, se mostraba sorprendida porque ”libere cada año 7’8 millones de
presupuesto público para reducir la jornada laboral a 70.000 empleados públicos
sólo por el hecho de tener esa condición laboral” y porque “el ejecutivo de Gasteiz recupere una medida
pactada hace 15 años, ampliamente superada por las circunstancias de una crisis
brutal que exige nuevos retos y desafíos; y que, desde nuestro punto de vista,
en ningún caso pasan por trabajar menos horas” por lo que no compartía
dicha decisión. Por último, la patronal vasca no entendía que “el gobierno vasco apueste por este decreto y
dedique casi 8 millones de euros anuales de presupuesto público a sufragar una
reducción de horas, en lugar de reforzar todavía más”.
Empezando
por el final. Lo que no cabe duda es que la reducción de jornada traerá consigo
un aumento del empleo. Con independencia de que durante los años de crisis se
hayan podido implementar medidas que han incrementado la productividad en el
sector público (sí, también en el sector público se han adoptado medidas de
este tipo), la reducción de jornada hará que al menos en aquellos servicios que
requieren atención al público en un horario concreto sea necesaria la
contratación de nuevos profesionales. De ahí precisamente el coste de 7,8
millones de euros.
No estoy de acuerdo con la posición de Confebask en
el sentido de que los retos del futuro no pasan en ningún caso por trabajar
menos horas. Si el trabajo es un bien escaso, ¿por qué no compartirlo? En mi
opinión, la postura de la patronal vasca refleja su comodidad en la actual
situación donde los ricos son más ricos y los trabajadores más esclavos. Quizás
lo que deberían de plantearse es su modelo de empresa dejando de pensar en
crecimiento, beneficios y bonus para pasar a pensar en empleo, sostenibilidad y
compromiso con la sociedad.
Hablando de bonus, no leí ni escuché ninguna voz
crítica de Confebask con el importe que se repartieron los directivos de
Euskaltel en el verano pasado tras su salida a bolsa. Un importe que superaba
ampliamente los 7,8 millones de euros y que fueron posibles tras la previa
salida del capital público de la empresa y de la adquisición en condiciones
claramente favorables de un patrimonio, las redes de fibra óptica, que había
sido creado y financiado con dinero
público. Y no fue un caso excepcional de un año. Su Presidente, el de la mejor
empresa telefónica con sede en la
Comunidad Autónoma Vasca, ya dejó claro hace unos meses que los bonus seguirían
aunque ahora se los repartirían “a la vasca”, claro que paralelamente afirmó
que la bajada de las tarifas telefónicas había terminado e inmediatamente la compañía
procedió a subirlas. Yo, en concreto, sufrí un incremento del 16,94% en mi factura
de móviles. No vi a Confebask criticando las mencionadas subidas. ¿Acaso un
País que se considera moderno y en el que las telecomunicaciones resultan un
elemento fundamental para su desarrollo se pueden consentir estos incrementos
de tarifas?
En diciembre pasado, otro agraciado con el superbonus
telefónico y miembro relevante del Círculo de Empresarios Vascos, a la par que
defendía el Concierto Económico (no en vano fue Diputado de Hacienda y Finanzas
en Bizkaia y Consejero de Hacienda en el Gobierno Vasco) no dudaba en solicitar
que en Euskadi se produjese una rebaja de la presión fiscal que entre otras
medidas pasaba por una rebaja en el impuesto de sociedades, la desaparición del
impuesto sobre el patrimonio o la rebaja del tipo marginal del IRPF del 49% al
40% en este último caso con la loable intención de que la fiscalidad no
ahuyente a los altos directivos. Imagino que no pretendería que creyésemos que
estas tres propuestas las hizo pensando en el interés público y no en su bolsillo.
Comparto con este grupo empresarial que el Concierto no debe ser utilizado para
hacer seguidismo fiscal impositivo, sino para apuntar la recuperación y mejorar
la economía vasca. Lo que no comparto es que las medidas fiscales se adopten
para hacer seguimiento de las políticas neoliberales que nos están imponiendo
desde Europa y que han hecho que desde que empezó la crisis, también entre
nosotros, los ricos sean más ricos y los pobres más pobres.
En este caso Confebask habló diciendo que "no es el momento de impuestos bajos" pero sí pidió "que la fiscalidad revierta más en las empresas mediante ayudas a la inversión o el empleo" Otra forma de verlo, vamos.
Cuando no le he oído ha sido en estos días
en que los papeles de Panamá parecen implicar a dos bancos españoles (BBVA y
Santander) en el trasiego de fondos hacia paraísos fiscales. Unos bancos que a
la par de que (presuntamente) por ayudar a defraudar están ayudando a que nos
roben a todos, están metidos en una estrategia empresarial de reducción de
plantillas en la que también van a meter la mano en la bolsa de todos para
trasladar su contenido a la de sus accionistas. No es de recibo que se
consienta a las grandes corporaciones, que además están obteniendo magníficos
beneficios de los que se vanaglorian, las reducciones de empleo que están
planteando y mucho menos a costa de unas prejubilaciones que presionarán, sin
justificación social alguna, la delicada situación de las pensiones públicas.
Acabo. Me parece maravilloso que Confebask plantee a
sus empresas afiliadas una política de transparencia en sus relaciones con sus
trabajadores. No sé si esa transparencia llegará al punto de dar a conocer
públicamente cuales son los emolumentos, directos e indirectos, que reciben los
directivos y consejeros en las mismas tal y como se ha hecho en este país con
los políticos, por ejemplo. Me temo que no. Lo que sí creo es lo que
critica Forges en la viñeta que incluyo:
que ya es hora de impedir que sean los del IBEX35 o Confebask o el Círculo de
Empresarios, sus señorías los empresarios, en definitiva, los que pretendan marcar
la línea política a llevar. Creo en la Democracia como gobierno del pueblo para
el pueblo y a estos señores no les ha elegido nadie. Afortunadamente, en este
caso el Gobierno Vasco reprochó a Confebask sus críticas a las 35 horas para
sus funcionarios. Por algo se empieza.
Enlaces relacionados:
- Euskaltel: el bolsazo.
- Innovación y Gestión Publica.
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