miércoles, 3 de febrero de 2016

La lista de los listos


           

El pasado día 23 de diciembre fue publicada la lista de aquellos contribuyentes del Estado cuya deuda superaba el millón de euros y tenían la misma en situación ejecutiva y no aplazada. Una publicación motivada por la modificación del artículo 95 bis de la Ley General Tributaria realizada en 2015 cuyo objeto, según su exposición de motivos, era la lucha contra el fraude y se enmarcaba dentro de los principios de transparencia y publicidad que deben regir la actuación de todos los poderes públicos para hacer efectivo el objetivo de establecer una sociedad democrática avanzada. Desde mi punto de vista un nuevo truco para no cumplir la exigencia de auténtica transparencia que se debe requerir de cualquier Institución Pública: saber en qué se gasta su presupuesto sí, pero también saber quién contribuye a su sostenimiento, quién no lo hace en función de su capacidad y, más aún, quién no lo hace.


            La publicación de la lista se realizó tres días después de la celebración de unas elecciones que depararon un complicado mapa político, a modo de sudoku, que aún a día de hoy está sin resolver. Quizás por eso permaneció pocos días en la cartelera mediática. Por ello, creo importante destacar algunos elementos que, en mi opinión, deberían haber tenido una mayor transcendencia ante la opinión pública. El primero, lógicamente, el alcance cuantitativo y cualitativo del listado: 345 personas físicas con una deuda conjunta de más de 700 millones y 4.510 personas jurídicas con una deuda de 14.900 millones. En total 5.210 deudores con un volumen de deuda de 15.600 millones de euros. Una cifra que para situarla diré que supera en más de 2.000 millones las estimaciones de ingresos por tributos concertados de las tres Diputaciones Forales de la Comunidad Autónoma Vasca para 2016 que están cifradas en 13.490 millones de euros. Conviene remarcar esto cuando no se han apagado las voces críticas contra el Concierto Económico. Si se mejorase un poco la eficacia de los servicios recaudatorios del Estado, se podría obtener muchísimo más rendimiento económico que cuestionando el actual sistema de Cupo.

            Reconozco que, a veces, la Hacienda Pública tiene la difícil tarea de decidir sobre activar, o no, el procedimiento concursal de una determinada empresa que acumula una deuda tributaria importante, por el impacto que tal decisión pueda tener en el empleo y en la economía de su zona de influencia. Lo que en ningún caso puedo entender es que no actúe ante deudas de semejante nivel generadas por personas físicas. Personas como el expresidente de Banesto, Mario Conde, que en los últimos años ha publicado varios libros con recetas para salir de la crisis y que se dedica a frecuentar platós de televisión para debatir sobre la situación política mientras mantiene deudas con el Estado por un importe (9.935.031,61) que la ciudadanía en general solo sería capaz de ingresar si existiera la reencarnación y pudiera trabajar durante muchas vidas. Por cierto, ¿están embargados dichos ingresos? Tampoco llego a comprender cómo se puede dejar acumular semejantes niveles de deuda a entidades deportivas como el Club Basquet Girona (10.125.106,61) cuando en la mayoría de los casos los activos de este tipo de sociedades lo constituyen intangibles como los derechos sobre los jugadores o sobre las emisiones televisivas. Y ya me resulta totalmente increíble que autoridades del Estado participen en eventos donde se glorifican los éxitos de deportistas como Dani Pedrosa titular de una deuda de 7.856.949,85 euros.

            En segundo lugar, es interesante recordar que quienes aparecen en la lista no son los únicos deudores de la Hacienda Estatal. Según los datos de la Liquidación de los Presupuestos Generales del Estado correspondientes a 2014, publicados por la Intervención General del Estado, los derechos pendientes de cobro a 31 de diciembre alcanzaban la cifra de 53.417 millones de euros de los que 10.598 se generaron en dicho ejercicio y los 42.819 millones restantes correspondían a los liquidados en los ejercicios 2013 y anteriores. Un importe equivalente al 19,4% del gasto ejecutado en dicho ejercicio. Cierto, algunas de las deudas están en periodo voluntario de pago, otras suspendidas por la interposición de los correspondientes recursos, ….Pero otros muchos listos siguen ocultos bajo el paraguas legal de haber solicitado un aplazamiento o de haber efectuados los pagos pertinentes para situar su deuda por debajo de la cifra mágica del millón de euros. Cifra que parece un listón excesivamente alto como para que se considere como una medida efectiva en la lucha contra el fraude el que se haga público quienes la superan. Otros, además, aparecen tapados por el nombres de la empresa en la que aparecen como administradores únicos y sólo son descubiertos si, como en el caso de José Luis Moreno, hay algún medio que publica que debe casi 3,5 millones al estar detrás de Kulteperalia S.L. (1.937.222, 13) y Alba Adriática S.L. (1.540.949,12). Un observador imparcial probablemente pensase que el hecho de que se haya llegado a esos niveles de deuda no ha tenido otra responsabilidad que la de quienes desde la administración tributaria por inacción, o por no impulsar los pertinentes cambios en la normativa legal, han permitido que se llegase a estas cifras. Y, en mi opinión, tendría razón. Es lo que tiene la trasparencia: que sobre lo que se conoce se pude opinar. Por eso, quizás, alguien intenta que se publique lo mínimo imprescindible para salir del paso, de modo que se reduzcan a la mínima expresión las preguntas y las opiniones.

            Este pasado fin de semana un dirigente político vasco en su periódica entrada semanal publicaba en su blog: “Nos preocupa, y de qué modo,  la caída brutal de la recaudación en el final del pasado año. Un parón similar al que se produjo cuando la crisis entró de sopetón a finales de 2008.  Dicen que la falta de ingresos públicos obedece a la caída del precio del petróleo y, por consiguiente a la de sus productos refinados. El palo ha sido fuerte y habrá que cerciorarse de si  el efecto ha sido coyuntural  y ha afectado al cierre de 2015, o si se prolonga en el año en curso. De ser así, el cinturón de las administraciones públicas no podrá soportar  un agujero más de ajuste. Y, se quiera o no, habrá que tomar medidas excepcionales que nos permitan sostener  el difícil equilibrio de mantener los servicios públicos.” Sinceramente creo que hay otros medios y éstos pasan por hacer un poco más difícil la vida de quienes van por el mundo dando lecciones y, al tiempo, incumplen reiteradamente con sus obligaciones tributarias, que en Euskadi también los hay. Eso antes que recortar servicios y/o derechos a la ciudadanía como, en mayor o menor medida, se ha hecho en los últimos años.

            Los tres Territorios Históricos de la Comunidad Autónoma Vasca tienen previsto publicar en el segundo semestre de este año un listado de las características del publicado por la Agencia Estatal Tributaria, tras incorporar a su normativa un texto similar al del artículo 95 bis de la Ley General Tributaria. Quiero entender que la similitud se debe a la voluntad de las Diputaciones, de no quedar descolgadas de este intento (tibio) de transparencia y que los equipos de las respectivas haciendas, renovados en mayor o menor medida tras las Elecciones Forales de mayo pasado, no tuvieron el tiempo necesario para evaluar y definir conjuntamente el establecimiento de unas condiciones diferentes para la publicación del listado. Espero y confío en que las sugerencias de la oposición para reducir el límite del millón de euros y la caída de la recaudación sean causas que lleven a las instituciones vascas a seguir siendo ejemplo en materia de gestión tributaria y, también, de transparencia pública.

            Pedro Luis Uriarte, en su obra sobre el Concierto Económico plantea 6 sugerencias hacendísticas para mejorar esta Institución entre las que se encuentran: “repensar la Política Presupuestaria vasca a largo plazo”, “valorar los límites del aumento de la presión fiscal en Euskadi” y  “reforzar la lucha contra el fraude y la elusión fiscal”. Creo que hacer saber quién contribuye al sostenimiento del gasto público, quién no lo hace en función de su capacidad y, más aún, quién no lo hace es una forma de recoger estas tres sugerencias en la medida que habría más recursos para políticas públicas (con independencia del pertinente estudio sobre necesidades reales y adecuada ponderación), no se haría necesario aumentar la presión fiscal entre los que ya pagan lo que deben y sería una forma de evitar el fraude y la elusión fiscal.


            Se trata en definitiva de conseguir, mediante la transparencia, que ningún listo quiera estar en la lista.



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