La noticia no es de ahora, ni mucho menos, es de 2010, cuando tres ricos de los que nadie pone en duda, Bill Gates, su exmujer Melinda French Gates y Warren Buffett, pusieron en marcha la iniciativa filantrópica The Giving Pledge (La Promesa de Dar) con la que ayudar a la sociedad en los problemas más urgentes, invitando a las personas más ricas del mundo a que se comprometieran a dedicar más de la mitad de su riqueza a la filantropía o a obras benéficas, ya sea durante su vida o después de su muerte.
Doce años después de que se lanzase son 236 personas de 28 países las que mediante compromisos firmados individualmente figuran como adheridas a esta iniciativa. Resulta interesante leer los motivos que esgrimen algunas de estas personas para formar parte de esta idea filantrópica. Así, la propia Melinda French en su carta de reafirmación dice: ”en 2010 y me comprometí a donar la mayoría de mis recursos durante mi vida. Hoy, estoy reafirmando ese compromiso. Reconozco lo absurdo de que tanta riqueza se concentre en las manos de una sola persona, y creo que lo único responsable que se puede hacer con una fortuna de este tamaño es regalarla, de la manera más cuidadosa e impactante posible”. Por su parte, David Rockefeller, banquero fallecido en 2017 y patriarca de la archiconocida familia, argumentó que “nuestra familia cree firmemente que aquellos que se han beneficiado al máximo del sistema económico de nuestra nación tienen la responsabilidad especial de devolver este beneficio a nuestra sociedad de una manera significativa”. Conviene decir que la revista Forbes valoro en 150.000 millones de dólares (M$) el importe que podrían donar los primeros 40 filántropos adheridos a la idea y que los 14 multimillonarios que se sumaron a la idea en 2021 tenían una patrimonio acumulado de más de 48.000 M$. Por poner en contexto las cifras, el Presupuesto del Gobierno Vasco para 2023 es de 14.250 M€. Aunque la mayoría de quienes conforman este “club” superan los 60 años, es cierto que entre sus miembros hay personas que sólo tienen treinta y tantos años, pero no me cabe la menor duda de que, con las cifras de las que estamos hablando todos ellos (y varias generaciones de descendientes) tienen garantizada una jubilación más que digna sin ningún miedo al futuro.
Está
claro que no es ésta la expectativa que tienen muchas de las personas que ya se
han jubilado o están a las puertas de hacerlo y más leyendo el argumentario de algunos
laboratorios económicos. El último caso se ha dado tras el anuncio por parte
del Gobierno del Estado de revalorizar el conjunto de las pensiones de
conformidad con el IPC, como marca la ley, estimando el incremento previsto alrededor
del 8,5%. Según EsadeEcPol no se
pueden subir todas las pensiones por igual y proponen incrementos distintos
según distintos tramos de pensión subiendo más a las más bajas (hasta un 11%) y
menos a las más altas (un 2,5% como el sueldo a los funcionarios) y argumentan
básicamente sobre dos parámetros buscar una redistribución de la renta entre
los pensionistas y en relación a los jóvenes en la medida que, según los
proponentes, su alternativa supondría un ahorro entre 6.000 y 7.000 M€ al año,
con lo que en 10 años, por el efecto acumulativo, se dejarían de gastar entre
65.000 y 75.000 M€ que se podrían destinar a amortizar deuda.
La carga
ideológica de la propuesta es tremenda. Por un lado, se provoca un doble enfrentamiento
social: entre pensionistas y entre jóvenes y jubilados. Además, busca una
reducción de la deuda, como siempre se propone desde la derecha, en base a una
limitación del gasto público y no por vía de los ingresos. Por otro lado, esta
propuesta se olvida de que, según el propio Ministro de Inclusión Seguridad
Social y Migraciones, España
es un país anómalo con una pensión máxima relativamente baja.
Además, sus autores omiten que una gran parte de quienes perciben las pensiones
máximas la constituyen profesionales universitarios cuyas cotizaciones se han
hecho sobre unas bases que, a pesar de haber estado incomprensiblemente topadas
limitando con ello los ingresos del sistema, hoy en día se sitúan en 49.672,8€/año
cuando la pensión máxima a la que dan derecho es de 39.468,8€/año, un 20,5%
menos. Sin duda, esta propuesta, “más justa” según sus redactores, pretende
volver a concentrar en la clase media las responsabilidades de la financiación
del Estado del Bienestar y lo hace, incluso, con un falseamiento de los datos
de partida de su argumentación, por lo menos en lo que a Euzkadi se refiere. Porque,
no es cierto que las personas que tengan un salario/pensión bruta de
39.468€/año se encuentren entre el 10% que más gana. Por encima de esas cifras
hay (había en Bizkaia en 2019) un 20% de contribuyentes que acumuló el 40% de
la renta declarada ese ejercicio.
Este
mes ha vuelto a ser noticia Amancio Ortega por partida doble, por los 859 M€
que ha percibido en concepto dividendos de Inditex y por seguir liderando según
la revista Forbes España el
ranking de los más ricos del Estado con una fortuna valorada en
53.500 M€. Una cifra que, a pesar de haber disminuido un 20,15% sigue siendo
superior a la suma de las que poseen las 27 personas que le siguen en la lista o,
recordemos, los 40 multimillonarios que en 2021 decidieron entrar a formar
parte de la lista The Giving Pledge de la que ni el empresario gallero, ni
ningún ciudadano español, forman parte. Es cierto que el dueño de Inditex
también realiza actuaciones filantrópicas como sus 400 becas para estudiar 1º de bachillerato
en Canadá y Estados Unidos o las donaciones a las entidades gestoras
del
Sistemas de Salud de diversas Comunidades Autónomas, incluida Osakidetza, de
equipos de radioterapia. Pero, sinceramente, creo que hay que
sacar conclusiones de las afirmaciones de los filántropos norteamericanos.
Coincido
con Melinda French Gates. A mí también me parece absurdo que tantas riquezas se
concentren en manos de tan pocas personas. Y también creo, como el difunto David
Rockefeller y su familia, que aquellos que se han beneficiado al máximo del
sistema económico de nuestra nación tienen la responsabilidad especial de
devolver este beneficio a nuestra sociedad de una manera significativa. Discrepo
de ambos en que eso se haga según su particular criterio sobre lo que necesita
esta sociedad. Debe ser la propia sociedad, a través de sus representantes y
por medio de los presupuestos públicos, la que determine sus prioridades sobre
el gasto y los orígenes de la financiación para poderlos hacer efectivos. Aún
en el supuesto de que, quienes están incluidos en las listas Forbes de
cualquier parte del mundo, y más concretamente en la del Estado, hayan
realizado en sus empresas una gestión en los ámbitos económicos, laborales y
fiscales totalmente escrupulosa con la legislación vigente y adecuada en
términos de ética, protección social y conservación medioambiental con los
estándares europeos actuales, resulta evidente que su capacidad de contribuir
al sostenimiento de las cargas del Estado ha sido y está siendo manifiestamente
infrautilizada. Para los que argumentan que el impuesto sobre el Patrimonio no
se exige en ningún otro país de Europa, lo cual
no es cierto, recordarles los artículos 31 y 33 de la
Constitución Española en los que se establece la obligación de contribuir al
sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica y
que los derechos a la propiedad y a la herencia están delimitados por su
función social de acuerdo con las leyes.
No
dejemos que sesudos laboratorios de estudios económicos nos lleven a una
disputa intergeneracional, ni mucho menos a creer que las subidas de las
pensiones de los jubilados pobres deban financiarse con subidas de las
pensiones de los pensionistas ricos por debajo del IPC. El avance de la justicia
social en las sociedades avanzadas, y en cualquier parte del mundo, va más allá
de un problema con las pensiones e incluso con las rentas en general. No se
trata únicamente de conseguir una mejor redistribución de la renta, que también,
sino que el objetivo debe ser una mejor redistribución de riqueza. Si de verdad
queremos que los pobres en general (no sólo los jubilados) sean menos pobres y
menos numerosos la verdadera solución pasa porque los ricos sean menos ricos y
menos numerosos. Estén jubilados o no.
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