martes, 13 de octubre de 2015

El cupo de los ciegos españoles

Vaya por delante que lo que se expone en este artículo no tiene nada que ver con la ONCE, una organización nacida en 1938 para dar cabida a todos los ciegos españoles y que, para su digno sustento, consiguió que en 1939 se le otorgase mediante Decreto la venta del cupón “prociegos”. Hoy en día la ONCE es capaz de generar más de 80.000 empleos para personas con discapacidad lo que habla a las claras del trabajo por la inclusión social de estas personas. Mi respeto, por tanto, ante su labor.

            Durante las próximas líneas me voy a referir a los peores ciegos: los que no quieren ver. Una especie que últimamente abunda entre políticos españoles y que, al no quererse enterar de lo que se traen entre manos, se dedica a hablar de oídas. Me estoy refiriendo, lógicamente, a políticos como a Susana Díaz (Presidenta de Andalucía) y Pedro Sánchez (Secretario General del PSOE), que como anteriormente Cristina Cifuentes (Presidenta de la Comunidad de Madrid) o Albert Rivera (Presidente de Ciudadanos) y más recientemente Miquel Iceta o Ximo Puig no han dudado en los últimos días en vender el cupo vasco para intentar procurarse un sustento de votos, en mi opinión,  totalmente indigno.


            El Concierto Económico (Convenio Económico en Navarra) y el Cupo son dos figuras, muchas veces confundidas entre sí, que constituyen las dos caras de una misma moneda: un pacto de los Territorios Históricos Vascos con el poder central del Estado, de origen previo a la Constitución Española de 1978 y cuya aplicación implica un riesgo unilateral para el país Vasco. Una de las caras es la de las relaciones tributarias, es decir, la que determina qué figuras impositivas, con qué normativa y sobre qué personas u operaciones se van a gestionar desde de las Instituciones Forales y cuales desde Territorio Común (desde el Estado). Es lo que conocemos como Concierto Económico. La otra cara, el Cupo, es consecuencia de la anterior, y de hecho viene recogida dentro del mismo articulado de la Ley de Concierto Económico. Esta cara se corresponde con la parte financiera, es decir cuánto pagar como contribución de los Territorios Históricos a las competencias ejercidas por el Estado y que no han sido asumidas por la Comunidad Autónoma de Euskadi. Las Instituciones de la Comunidad Autónoma deberán pagar, en el porcentaje que así se estime, por unos gastos que figuran en Presupuestos Generales del Estado aprobados por sus Cortes Generales. Y ello vaya como vaya su recaudación, de ahí su riesgo unilateral. En el Concierto Económico de 1981, que supuso la restitución de dicha institución para Bizkaia y Gipuzkoa, el porcentaje de pago se fijó en el 6,24 y el mismo se ha mantenido inalterable en las sucesivas leyes quinquenales hasta nuestros días.

            En aquel momento, 1981, la situación económica de Euskadi era de crisis total. La gran industria, situada en la Margen Izquierda del Nervión estaba en proceso de desmantelación. Altos Hornos de Vizcaya, General Eléctrica, Babcock Wilcox, los astilleros Euskalduna y otra larga lista de empresas de Bizkaia y del resto de los territorios, en otros tiempos grandes generadoras de empleo, desaparecieron o fueron sometidas  a  tremendos procesos de reconversión con la consiguiente elevación de las cifras de paro hasta niveles nunca vistos. En esta situación, el conjunto de las instituciones vascas (Ayuntamientos, Diputaciones Forales y Gobierno Vasco) pusieron manos a la obra para colocar de nuevo a Euskadi en un lugar puntero en el Estado y en Europa. Y tras varios años de trabajo y esfuerzo lo consiguieron. La decisión recuperar la Ría de Bilbao, una auténtica cloaca en aquellas fechas, y sus orillas, convertidas en una ruina industrial, dio lugar a lo que hoy es analizado en muchas partes del mundo como el “Modelo Bilbao”. Un modelo donde la colaboración entre los distintos niveles institucionales y la adopción de decisiones no siempre entendidas, consiguieron el objetivo pretendido: la recuperación económica y el bienestar de la ciudadanía. El Metro de Bilbao (1995), el Museo Guggenheim (1997) y el Palacio Euskalduna (1999) fueron los primeros, y quizás los más relevantes, exponentes del proceso de transformación, pero no los únicos. Los equipamientos municipales como polideportivos o casas de cultura, las aceras, parques y plazas y las redes de saneamiento también sufrieron una gran transformación en aquel periodo. Igual que las infraestructuras viarias. También se apostó por la colaboración público privada con un sistema de Parques y Centros Tecnológicos canalizadores de proyectos de investigación innovadores. De esa semilla nació el gran sector de automoción o la industria aérea existente en la actualidad. O la de material ferroviario liderada por CAF, una empresa que estuvo a punto de desaparecer y que hoy suministra ferroviario para los países más importantes del mundo. Con nuestro esfuerzo, con la gestión de nuestros impuestos y pagando al Estado puntualmente el cupo acordado por la gestión de las competencias no asumidas y por aquellas que, figurando en el Estatuto, no han sido todavía transferidas a la Comunidad Autónoma de Euskadi.

            En el Estado, el proceso fue otro. Se apostó por los grandes fastos y las grandes obras de infraestructura. Tan grandes como inútiles. Barcelona supo aprovechar las Olimpiadas de 1992, como había hecho con la Exposición Universal de 1988 o la Exposición Internacional de 1929, para realizar un proceso de transformación urbana y abrir una ventana amable al mar poniendo al servicio de la ciudad las inversiones en infraestructuras y los edificios necesarios para acoger el evento. Sin embargo, la Expo de Sevilla que también se celebró en 1992 y que había sido solicitada diez años antes, no fue nada más que una gran feria de abril que duró hasta octubre. Pasada la misma los maravillosos pabellones creados para el evento fueron desmantelados, no quedando para la ciudad prácticamente nada de lo invertido. Bueno sí, la primera línea de AVE del Estado llegó a Sevilla para la ocasión (curiosa la elección) y un magnífico aeropuerto cuya transformación finalizó un año antes esperando que en 1992 circulasen por él 8 millones de pasajeros. Según los datos de AENA hasta el año 2000 no superó los dos millones de viajeros, con una ocupación máxima en 2011 (cerca de 5 millones) y que hoy en día, 24 años después de su inauguración, no llega a los 4 millones de pasajeros. Según palabras de Borrell el día de la inauguración  “la gran capacidad del aeropuerto hará que pasen muchos años por delante antes de su saturación”.

La pregunta debiera ser si no se podría haber ahorrado una buena partida de millones (entonces de pesetas) haciendo un equipamiento más adecuado a las necesidades reales de Sevilla. La terminal de Bilbao, conocida popularmente como “La Paloma” se inauguró en el año 2000, previendo una capacidad de 5 millones de pasajeros, en 2004 superó los 4 millones de pasajeros. Sinceramente, si el AVE llega a Bilbao, no creo que sea necesaria la ampliación hasta 8 millones de pasajeros que en 2009 anunciaron el Ministerio de Fomento y AENA con un coste previsto de 114 millones de euros y que por la crisis económica se metió en el cajón.

            Pero de Sevilla no se aprendió y con la Expo de Zaragoza (2008) se cometieron los mismos o parecidos errores. Grandes inversiones en edificios llamativos que, al acabar el evento, tuvieron que ser ocupados por instituciones varias o se convirtieron en ruinas urbanas. Por no hablar de aeropuertos, donde un buen número de Comunidades Autónomas entraron en una auténtica subasta a la hora de conceder subvenciones a Ryanair para que dicha compañía operase desde sus aeropuertos con el fin de que tuviesen algo de vida y poder justificar su existencia. O la auténtica cabezonería del aeropuerto de Castellón.  O del de Lleida. En la reunión de la Comisión de Directores Generales de Transportes celebrada en Cáceres en marzo de 2009 y a la que acudí en calidad de Director General de Transportes de Bizkaia tuve ocasión de oír de boca de la Alcaldesa de Cáceres (95.855 habitantes) que su ciudad necesitaba un aeropuerto. Eso después de haber oído a un Consejero de la Junta hablar del éxito de haber conseguido implantar las habitaciones individuales en los hospitales públicos. Sin comentarios.

Un problema de la cultura del “todo vale”, del “yo por qué no” o del “y yo más”, pero sin saber lo que realmente cuesta la obtención de los recuso públicos que financian dichos servicios. Por eso, el pasado lunes, que tuve la ocasión de acudir a una charla del portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, le planteé en público la necesidad de decir, a aquellos que consideran que es un privilegio de los vascos, que el Concierto Económico es de un sistema de financiación que hemos tenido desde 1878, por tanto muchos años antes de que se aprobase la actual Constitución Española, pero que no tenemos ningún inconveniente en que lo utilicen también las Comunidades Autónomas que se crearon a partir de ella. El miércoles la presidenta en Bizkaia del mismo partido, Itxaso Atutxa, repitió la misma idea y emplazó a la Presidenta de Andalucía a que reclamase para sí el Concierto Económico.

Desconozco cuál será la respuesta de Susana Díaz a esta propuesta, pero sí sé que los fastos de Marbella y los desaguisados de su Ayuntamiento no hubiesen pasado nunca desapercibidos para una Hacienda Andaluza de cuya recaudación dependiese el presupuesto de gastos de dicha Comunidad Autónoma. Es probable, casi seguro, que gran cantidad de funcionarios que ahora se han visto involucrados en el escándalo de los ERE, hubiesen tenido otros menesteres a los que dedicarse: Lo mismo que los dos expresidentes imputados en el caso, del mismo partido que la actual presidenta.

Creo sinceramente que es más reconfortante esforzarse en el trabajo diario pensando en el porvenir de los ciudadanos en el largo plazo y rendir cuentas de lo que se hace con sus impuestos, que encontrarte con que una parte de la administración está presuntamente dedicada a la picaresca y el fraude en la utilización de los recursos públicos.

Por cierto, el aeropuerto de Sevilla, su AVE y su Expo fueron financiados con el cupo vasco, por tratarse  de competencias no asumidas.

Espero que lo quieran ver.

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