Aunque,
según algunas fuentes, la frase no es suya, no me cabe la menor duda de que fue
Groucho Marx quien hizo famoso aquello de: ”Estos
son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”. Una expresión que, en política,
parece estar al orden del día ya que no es extraño oír afirmaciones del estilo “en estos momentos lo importante es salir de
la crisis” o, directamente, ”los
programas están para no cumplirse” sin que quienes las pronuncian,
habitualmente personas con responsabilidades públicas, se sonrojen lo más mínimo.
En
este verano la crisis griega y la toma de posesión de los nuevos Ayuntamientos
han sido temas en los que los principios han sido frecuentemente olvidados,
poniéndose las opiniones al servicio de los intereses coyunturales, sin tener
en cuenta otros ámbitos de toma de decisiones en los que, esos mismos actores,
afirmaban lo que en ese momento negaban. O viceversa. Pero, lo preocupante es
que lo que en la lucha política, desgraciadamente, es ya bastante habitual, se
esté trasladando también a otros campos de la sociedad y los ciudadanos de a
pie consideren extraordinarias cuestiones que debieran de ser consideradas como
habituales en una sociedad democrática normalizada.
En el ámbito de la crisis griega me llamaron la
atención las declaraciones de un portavoz parlamentario que calificó de
“irresponsable” a Tsipras por la decisión de convocar un referéndum indicando
que lo que pretendía era “lavarse las
manos”. Aparte de que un responsable político cuestione la posibilidad de
dar la voz al pueblo, que es quien le ha elegido, lo curiosos del caso es que
su partido tiene entre sus objetivos el derecho a decidir. Como si someter las
condiciones de un rescate a la ciudadanía no fuese ejercitar el derecho a
decidir. Máxime, cuando la aceptación de propuestas europeas superaban varios
de los compromisos con los que el jefe del gobierno griego se había presentado
a las elecciones.
Otros criticaron: “Syriza, los ultras derechistas de Anel y los neonazis de Amanecer
Dorado a favor del NO”. Un ataque en función del con quién voy, en lugar de analizar qué pienso. Algo parecido al “todo
es ETA” que hemos tenido que soportar el Euskadi quienes siendo abertzales
criticábamos sin reparos el uso de la violencia para la consecución de fines
políticos. Incluida la autora de la crítica.
También hubo quien reconoció que “el líder de Syriza poca responsabilidad
tiene en el saqueo público que ha llevado a Grecia al filo mismo del
precipicio. Fueron los gobiernos predecesores de Tsipras los que condujeron al
país al desastre”, para a continuación criticar que ”Tsipras ha tenido ya cinco meses para reconducir la situación y
buscar un acuerdo con quienes han
prestado a los griegos miles de millones de euros de sus propias reservas y lo más que ha hecho es perder el tiempo
hasta que los bancos han tenido que cerrar por falta de liquidez.”. Como si
cinco meses fuese tiempo suficiente para reconducir una crisis como la griega.
Curiosamente, el mismo autor, quince días antes en el mismo medio, ante la
renovación de gran parte de las instituciones, reclamaba un esfuerzo por parte
de todos para una reflexión objetiva como país y con vocación de eficacia “sin la tentación electoral de la promesa convertida en subasta” con
el fin de estudiar cómo hacer frente económicamente al desiderátum colectivo de
mejorar el estado del bienestar. Si hemos tardado más de tres décadas de
elecciones democráticas en reconocer la
realidad de las “promesas subasta”, y
la necesidad de reflexionar sobre el futuro, entre todos, “como país”, no parece coherente criticar tan rotundamente a otros,
por no resolver en cinco meses los destrozos económicos que terceros les han
provocado en décadas.
Por último, no faltaron quienes se pusieron
descaradamente al lado de los acreedores (ahora Estados, antes banca privada)
propugnado el cobro íntegro de la deuda. Muchos de los que defendieron esta
postura, en la gestión cotidiana de los concursos de acreedores de empresas de
su entorno, defienden que las instituciones públicas que controlan
políticamente, y el resto de acreedores, admitan quitas en los créditos (los
públicos, generalmente, de origen fiscal) si se puede salvar la viabilidad de
la empresa afectada y con ello el empleo de sus trabajadores. Será quizás
porque no consideran a Grecia viable, porque los griegos no tienen derecho al
empleo o, quizás aquí esté la cuestión, porque no son griegos y los griegos no
son votantes suyos.
En lo que respecta a las toma de posesión de los
nuevos Ayuntamientos ha vuelto a saltar
a la palestra el debate sobre los sueldos de los cargos municipales. En unos
casos para criticar el porcentaje de incremento de los mismos en relación con
la legislatura anterior (pasar de 1 a 2 es incrementar el 100%), sin tener en
cuenta el valor absoluto de sus emolumentos, ni el tamaño de los ayuntamientos
ni, con ello, la responsabilidad asumida. En otros casos el debate se ha
centrado en poner límite al número de asesores a contratar por los nuevos
equipos de gobierno. Ha sido curioso ver cómo los mismos partidos que
criticaban la subida propuesta por el alcalde del Ayuntamiento Tal defendían
con ardor la propuesta similar de su primer edil en el Ayuntamiento Cual.
Incluso, ha habido quien, por criticar, ha criticado el cambio de opinión al
respecto de la máxima autoridad municipal porque iba a cobrar una cantidad
superior a lo que había dicho en campaña electoral, cuando la opinión del
crítico era que los representantes municipales debían tener unos sueldos
adecuados al trabajo a desempeñar. Opino que, en este caso, debiera de haber
aplaudido la propuesta porque, al fin y al cabo, se iba a aprobar algo con lo
que estaba de acuerdo. Creo sinceramente que en este ámbito se ha perdido una
maravillosa ocasión para hacer una auténtica “Política de Estado” que dejase
fuera del debate esta cuestión, máxime cuando es un tema que está regulado por
Ley.
Tampoco en lo referente a los asesores ha habido
tregua. Quizás este campo sea más proclive a que se den soluciones distintas en
distintos Ayuntamientos. Pero los que, en mi opinión, están fuera de toda duda son
aquellos casos, que los hay, en los que, por ejemplo, existiendo un concejal
responsable del área de hacienda y un interventor municipal, se contrata, como
personal de confianza, un asesor económico para toda la legislatura. No creo
que sea un modelo de la gestión eficaz y eficiente que todos los partidos dicen
querer llevar a cabo. O sobra el concejal o sobra el asesor. O el Alcalde que
no se opone a los intereses particulares de su partido.
Distintas opiniones para las mismas circunstancias,
según sea el rol que se ocupe en cada institución. Es decir, falta de
principios. Pero, como he comentado al inicio, lo que me parece realmente
preocupante es que esta falta de principios se esté trasladando a otros campos
de la sociedad. O mejor dicho, que el que alguien exponga y defienda sus ideas
sea considerado como algo extraordinario, cuando no peligroso. Lo he comprobado
personalmente a raíz de mis dos últimas publicaciones en este blog. Fueron varias
las personas (incluso amigos) que, a la vez que me manifestaban el apoyo a lo expuesto
en ambos artículos, me hacían comentarios del estilo “vaya pedazo de misiles”, para calificar lo que no eran más que
hechos con los cuales apoyar mis tesis, que me instaban a tener cuidado, no me fuesen
a denunciar por injurias por poner “mucho
nombre y apellido”, al transcribir los nombres de los miembros de un
Consejo de Administración responsables de las decisiones de la empresa que dirigen y que yo critiqué. Incluso,
hubo quienes me preguntaron si la propia publicación de los artículos me había
generado algún problema. Parece que, hasta en los círculos sociales más
cercanos, se sigue viendo como extraordinario esgrimir públicamente otros
puntos de vista diferentes de lo “políticamente
correcto”. Sinceramente creo que lo “políticamente correcto” se está
convirtiendo en una mordaza de la libertad de expresión al limitar el debate
sobre temas en los que algunos han sentado cómodamente sus tesis.
En un debate escribí que cuando la política se hace
bien es un sistema en el que se estudia, analiza, debate, propone y enmienda. Y
lo más importante, en última instancia, se vota. Desde la libertad de
expresión, desde distintos puntos de vista. Precisamente ese fue el motivo de
abrir este blog: exponer mis opiniones sobre distintos temas de actualidad con total
libertad. Y lo seguiré haciendo, cuando lo estime oportuno, en este blog y en aquellos foros en los que
pueda participar. Aunque sea políticamente incorrecto. Por principios.
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