miércoles, 5 de febrero de 2014

¿Donde vas KUTXABANK?


Cuando hace unos años el BBVA lanzó una campaña con el lema "ADELANTE" cada vez que veía un anuncio de la misma me venía a la memoria el proceso de financiación del Bilbao Exhibition Center (BEC)  y más concretamente una frase de José María Iruarrizaga, entonces Viceconsejero de Presupuestos del Gobierno Vasco y hoy Diputado de Hacienda y Finanzas de la Diputación Foral de Bizkaia. Iruarrizaga solía decir que el nombre de la entidad bancaria debería haber sido ABBV  (la "A" delante, remarcaba), en lugar de BBVA. De este modo expresaba el resultado de la intervención del Gobierno de Aznar en el BBV, al que primero obligó a absorber a Argentaria para luego forzar el relevo de las familias de Neguri, que por aquel entonces copaban el poder en el banco, por los directivos que él previamente había colocado en la antiguo banco público. 

Más de un "as" debía de tener en la manga el Presidente español contra la cúpula del banco con sede en la Gran Vía bilbaína como para que nadie rechistase en una operación en la que los gestores de la entidad absorbida coparon los puestos ejecutivos de la absorbente. Algo inaudito hasta entonces en el ámbito mercantil en general y bancario en particular. 


Aquel golpe de mano en el banco tuvo consecuencias en las relaciones entre el nuevo banco y la Diputación Foral de Bizkaia. La financiación del BEC fue la primera piedra de toque de un estrategia que  acabó con el traslado a Madrid de la mayor parte de las áreas de decisión de la entidad financiera. Hace muchos años que no manejó datos a ese nivel, pero estoy seguro de no equivocarme si afirmo que en la recaudación de la Hacienda de Bizkaia hay un antes y un después de la absorción del BBV por Argentaria (la "A" delante). Y en las relaciones y, por tanto, en la financiación de los proyectos  estratégicos de la Diputación Foral de Bizkaia, también. 

A partir de entonces sólo quedaba la BBK como entidad enraizada en Bizkaia con la que poder abordar inversiones con visión de desarrollo del Territorio a largo plazo y no únicamente desde la visión mercantilista cortoplazista que se empezaba a entrever ya en la mayoría de las entidades financieras. 

Pero, para la BBK también empezó una nueva era. Se produjo un cambio en la Presidencia y se aceleró entre sus directivos la idea del crecimiento como única vía para sobrevivir en el mercado financiero, comenzando el olvido de los orígenes de las Cajas de Ahorros: sus clientes y su Territorio. El proceso se aceleró con el contagio de la idea del crecimiento entre los dirigentes políticos de nuestro país y con la crisis que afectó al sector financiero estatal en su conjunto y a las Cajas de Ahorro mal gestionadas en particular. Incluida una de nuestras cajas hermanas.

La fusión de las Cajas Vascas fue un fracaso, en primera instancia, por motivos de estricta rivalidad entre partidos políticos y la BBK decidió iniciar en solitario su política de crecimiento adquiriendo CajaSur, una de las "gangas" ofertadas por el Estado. 

Pero, al final, la tan deseada fusión vio por fin la luz y fue festejada por los más importantes dirigentes económicos y políticos. Se produjo en medio de la crisis financiera estatal y del profundo desprestigio de la economía española, con la población sumida en un sin fin de recortes en las prestaciones públicas y con el paro en niveles no conocidos desde hacía décadas. En esta situación nuestras cajas (quizás sería más correcto decir el nuevo banco) en vez de responder a las necesidades de su territorio y de quienes habían confiado en ellas, sus clientes, dedicaban sus recursos a sanear balances contaminados, además de por los activos tóxicos de la crisis inmobiliaria, por los activos tóxicos adquiridos por la absorción y fusión posterior de las Cajas Vascas. Quienes en Bizkaia han tenido y siguen teniendo como principal preocupación el reflote de su empresa sumida en la crisis conocen de primera mano en cambio de actitud y de trato en las oficinas de la antigua BBK. Es cierto que algo parecido se puede estar dando en las oficinas de otras entidades, pero no es comprensible en la entidad que siempre ha presumido de disponer de una cuota de mercado próxima al 50% en su Territorio de origen.

Además, en el proceso de saneamiento se ha procedido a la desinversión en grupos industriales o de servicios que en algún momento han sido estratégicos para Bizkaia o para Euskadi. Iberdrola o Euskaltel son ejemplos claros de situaciones de desinversión generadas en las que las propias necesidades de saneamiento o en las obligaciones derivadas de la fusión: lo que antes se podía tener entre 3 ahora no se puede tener por una sola entidad al superar determinado porcentaje de su capital. Hay que tener en cuenta que Euskaltel, como antes ocurrió con Gas de Euskadi, comenzó su actividad con activos aportados por el Sector Público Vasco. Activos en los que se invirtieron recursos públicos en momentos en los que dichas decisiones supusieron una visión estratégica de primer orden.

Se podrá decir que de la venta se han obtenido jugosas plusvalías. Pero lo cierto es que, a cambio de un dinero que se acaba pronto, el país, mi país, ha dejado de tener protagonismo en sectores estratégicos que, en determinados momentos, pueden influir de manera significativa en el modo de vida y en el desarrollo de nuestro territorio y de sus ciudadanos. 

El pasado viernes leí con preocupación que el director del FROB, Antonio Carrascosa, había sugerido a Kutxabank la entrada en su capital de un accionista privado de referencia que le permita jugar en la primera división, dentro del grupo de cabeza de las seis primeras entidades financieras. La lectura de la noticia me sonó a un nuevo acecho del Gobierno del PP a una entidad financiera de Euskadi, sólo que esta vez la entidad afectada no es una entidad privada en sentido estricto, sino una entidad en la que las instituciones públicas vasca pueden tener algún tipo de influencia por medio de los órganos de gobierno de sus socios: las cajas de ahorro.

Creo que la misión de la que hoy, por desgracia, es la única entidad financiera que puede tener algún tipo de influencia de instituciones públicas vascas debe ser bien distinta de crecer y jugar en la primera división de las entidades financieras. Más bien al contrario. Entiendo que debe ser fiel a sus orígenes y hacer de intermediario financiero entre los pequeños ahorradores y los pequeños, medianos o grandes proyectos de inversión de este país, mirando a sus clientes a los ojos y tratándolos como lo que siempre han sido: su razón de ser y la causa de que más de 100 años después la fundación de las cajas de ahorros, su sucesor Kutxabank siga teniendo el arraigo que hoy en día tienen sus sucursales en la inmensa mayoría de los pueblos de Euskadi. 

Hay quienes opinan que este es un camino sin retorno, "un final inevitable" proclaman, yo me niego a pensar que lo que queda de nuestras cajas de ahorros acabe en manos de los mismos tiburones financieros que nos han hundido en la crisis económica actual para salir ellos claramente reforzados. Sería una auténtica desgracia ver que una parte de Kutxabank se vendiese a los Botín de turno o a quienes se hicieron cargo de Bankia después de reflotarla con ingentes cantidades de dinero público, mientras los responsables de su hundimiento siguen libres por nuestras calles y muchos de sus clientes arruinados por causa de las preferentes. 

Espero sinceramente que los dirigentes políticos de nuestro país no caigan en esa trampa y que los actuales gobernantes del PP no tengan este casó ningún "as" en la manga para expoliar nuestra entidad financiera de referencia.
 

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