No soy socio pero, como un
porcentaje altísimo de residentes en Bizkaia, casi la mitad de los vascos y un
número muy importante de ciudadanos residentes fuera de nuestras fronteras ya
sean estos de Burgos, Madrid, Berlín, socios de las Euskal Etxeak en América o
residentes en Asia, Africa u Oceanía, soy de los que cada fin de semana vibro
con las andanzas de nuestro querido Athletic, un club que por múltiples
circunstancias concentra muchos de los valores que ayudan a resaltar el sentido
de pertenencia a Euzkadi y que hacen de él ser reconocido como caso único en el
mundo del fútbol. Un mundo cada vez más alejado del deporte y más vinculado a
los negocios. Como decía, concentra muchos de los valores de pertenencia a ese
Pueblo Vasco del que se nutre deportivamente, pero sin duda le falta uno: la
democracia.
El pasado 23 de mayo la Asamblea General del Athletic
Club tomó la decisión de modificar sus estatutos. Una decisión calificada de
histórica por muchos de los compromisarios que tomaron la palabra y también por
la Junta Directiva saliente que veía cumplida una de las principales propuestas
que planteó en su programa electoral. Los argumentos para recibir tal
calificación tenían su origen en una serie de cuestiones que se incluían como
novedosas en la norma jurídica reguladora del funcionamiento de la entidad.
Entre los temas que fueron destacados antes, durante y después de la reunión se
encontraban el respeto a su tradicional filosofía deportiva, la protección del
nombre de San Mamés como símbolo del club o la considerando la web como canal
oficial del club. También se incluyeron cambios para objetivar la actualización
de las cuotas, y se avanzó en la participación de los socios en la vida del
club posibilitando la presentación de preguntas para ser respondidas en la
Asamblea, digitalizando las relaciones de los socios con la entidad y reconociéndose
el derecho de las socias y socios a ser consultados sobre asuntos de especial
relevancia del Club mediante la convocatoria de referemdums que se canalizarán
a través de la Asamblea Plenaria, un nuevo órgano del club que se recoge en el
artículo 15 de los nuevos estatutos y a través de la cual se posibilita, sin
duda, una mayor democratización del Club. Sin embargo, y esta es la cuestión, esa
mayor democratización se queda en un mero espejismo ya que los nuevos estatutos
cercenan claramente los derechos democráticos fundamentales de sus socios y
socias al limitar su posibilidad de ser dirigentes del club y lo hacen no por
cuestiones lógicas de edad, antigüedad en la condición de socio u otras
similares, sino porque la imposibilidad está basada en la antidemocrática y clasista
condición de disponer de patrimonio con el que avalar.
Es
cierto que las últimas directivas han tenido que depositar avales y que el
importe a avalar era superior al que se requerirá a partir de la entrada en
vigor de los nuevos estatutos. Efectivamente, la obligación de avalar nace en
aplicación de la Disposición Adicional Séptima de la Ley del Deporte de 1990
que obligaba a las Directivas de los clubs, que reuniendo las condiciones
requeridas decidieron no transformarse en Sociedades Anónimas Deportivas, “a
depositar, a favor del Club y ante la Liga Profesional, aval bancario que
garantice su responsabilidad y que alcance el quince por cierto de su
presupuesto de gasto”. Pero esta disposición normativa quedó modificada a
instancia del Partido Nacionalista Vasco que presentó una
enmienda a los Presupuesto Generales del Estado de 2022
quedando el tema de los avales para los Clubs no transformados en Sociedad
Anónima Deportiva del siguiente modo “Los Estatutos de estos Clubes deberán
libremente establecer los requisitos para ser miembro de sus Juntas Directivas,
tales como antigüedad, avales, etc.”. Por lo tanto, puesto que los
Estatutos de Athletic aprobados el 2 de febrero de 2012 no disponían nada al
respecto, a partir del 1 de enero de este año los miembros de las Juntas Directivas
del Athletic quedaban exentos de avalar económicamente su gestión, sin que, en
ningún caso, quedasen exentos de responsabilidades ante el Club puesto que
éstas estaban explícitamente recogidas en el artículo
52 de los Estatutos ahora derogados.
Y esto
es, desde mi punto de vista, lo especialmente grave. Que la obligación para los
miembros de la Junta Directiva de presentar aval económico se ha recogido en
los nuevos estatutos motu propio sin responder a requerimiento de ente,
federación o institución ajena al Athletic Club. Ni a ninguna obligación legal
al respecto. Simple y llanamente los compromisarios que aprobaron los nuevos
estatutos decidieron limitar los derechos de los socios y socias de la
institución convirtiendo así al Athletic Club una entidad claramente
oligárquica en una sociedad que no lo es. Existen cantidad de empresas e
instituciones con presupuestos similares al del Athletic (140,4 millones de
euros) sin que se exija a sus dirigentes presentar aval para poder ser elegido.
¿Se imagina alguien que los concejales de cualquier ayuntamiento tuviesen que
avalar el 5% del presupuesto que gestionan? Pues resulta que Getxo tiene un
presupuesto de 118 MM€, Barakaldo de 123 MM€ y Bilbao supera los 663 millones
de euros.
Hace
mucho tiempo que la democracia consiste en poder ejercer el sufragio universal
en el doble sentido: activo y pasivo, elegir y ser elegido. Y eso en el Athletic
Club hoy no es posible para todas las personas que componen su base social.
Para tomar posesión quienes resulten elegidos deberán depositar un aval de 7,2
millones de euros a repartir entre los componentes de la Junta Directiva, lo
que en números redondos a quienes en estos momentos optan a serlo les supondría
unos 400.000€. Una cifra que es 14,6 veces la renta media por declarante por
IRPF de 2019 en Bizkaia (27.333€), casi cuatro veces el, siempre
criticado desde posiciones populistas, sueldo del Lehendakari (106.778,14€) y
que sólo superaron 7.539 personas en Bizkaia en su declaración de Patrimonio de
2019, es decir el equivalente al 17% de la cifra de socios del Athletic (43.425
a 30 de junio de 2021).
Creo
sinceramente que para seguir haciendo realidad la estrofa del himno que dice “Herritik
sortu zinalako maite zaitu herriak” el Athletic del futuro debe evitar dos
cosas: tener personas con actitudes de ricos prematuros en el césped y que su
dirección esté perpetuamente en manos exclusivas de ricos.
Aupa
Athletic!
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