El
pasado mes de abril ha sido rico en noticias relacionadas con uno de los
elementos que mejor reflejan el nivel de madurez y libertad de una sociedad: su
modelo de empresa. La apuesta de los partidos vascos por un modelo de empresa
más participativo, la firma entre el Lehendakari Iñigo Urkullu y el Presidente
de Confebask Roberto Larrañaga del acuerdo marco por el empleo y la
cualificación, la opinión del Presidente de CEBEK sobre las OPEs y su
influencia en el emprendimiento, y la sustitución del enfrentamiento por la
negociación en el conflicto de Productos Tubulares han sido noticias que
permiten analizar desde distintos puntos de vista las repercusiones que la
organización del trabajo tiene en la propia empresa y en la sociedad en la que
se pretende insertar.
El 16
de abril se publicaba la noticia de que los grupos políticos que conforman el
Parlamento Vasco habían presentado una Proposición no de Ley con el fin de que
el Gobierno Vasco elaborase un Plan Estratégico para la promoción de un modelo
inclusivo-participativo vasco de empresa, proponiendo la adopción de medidas
fiscales para favorecer la participación de los trabajadores en los resultados
y en el capital de la empresa. Los promotores proponían cuatro ejes para el
desarrollo de este modelo: una cultura de cooperación corresponsabilidad y
preocupación por las personas, la participación de los trabajadores en la gestión y/o resultados y/o propiedad,
la prioridad de la sostenibilidad del proyecto colectivo sobre los intereses de
cualquiera de los grupos de interés y tener en cuenta las necesidades de la
comunidad en la que se asienta. Una magnífica iniciativa que habrá que ver qué
enfoque se le da cuando se debata en el Pleno y cuáles son los elementos concretos
de ese Plan Estratégico que debe elaborar el Gobierno Vasco. Si es que se
debate ya que fue
retirada el día 20 de abril con la idea, según algunas fuentes, de
mejorarla técnicamente. El tema es lo suficientemente importante como para que
se retome (cosa que a día de hoy no ha ocurrido) sin caer ni en la demagogia,
ni en frases tópicas políticamente correctas las cuales, por cierto, abundan en
la justificación del texto
inicialmente propuesto. Por ello las medidas a adoptar deben ser concretas
y directas, dejando a ser posible el marketing a un lado, puesto que favorecer
la entrada de los trabajadores de forma directa en una parte importante del
capital de la empresa de la que depende su sustento vital es la mejor manera de
que la empresa atienda los otros tres ejes propuestos: las necesidades de la
sociedad en la que se asienta (los trabajadores son parte de la sociedad), la sostenibilidad del proyecto colectivo (se
supone que nadie trabaja para que su empresa cierre) y la cultura de
cooperación, corresponsabilidad y preocupación por las personas (sin ella es
realmente difícil ser trabajador y accionista). En ese sentido, no cabe duda de
que incentivar fiscalmente el que personas que trabajan aquí, participen en el
capital de sus empresas hace que el proyecto de País tenga muchos más visos de
permanecer en el largo plazo que cuando se reduce el tipo del impuesto de
sociedades para hacer que vengan capitales de fuera hoy y, tras haber adquirido
el conocimiento y el mercado de la empresa participada, se vayan mañana dejando
trabajadores directos e indirectos con la incertidumbre de su futuro, cuando no
directamente en el paro.
El
mismo día el Lehendakari firmaba con el Presidente de Confebask el acuerdo por
el empleo y la formación con el fin de colaborar en la formación
de los 100.000 profesionales que, según el Estudio
sobre las Necesidades de Empleo y Cualificación de las Empresas Vascas elaborado
por la patronal, será necesario cubrir entre 2018 y 2020. En principio otra buena
noticia en una doble vertiente: parece que la industria vasca está generando
empleo y necesita profesionales cualificados y que nuestro sistema educativo
está en condiciones de formarlos. Sin embargo, si analizamos el estudio vemos
que no se trata de un estudio de necesidades 2018-2020, sino de un estudio de
necesidades del año 2018 que se ha extrapolado al trienio en cuestión con el
fin de obtener una cifra redonda. Seguramente, dada la evolución de la economía
y las previsiones de crecimiento para los próximos años, las cifras no
diferirán sustancialmente de las aportadas, pero sin duda, no dejan de ser una
muestra más de una visión cortoplacista del empresariado, que sin embargo logra
la colaboración del Gobierno Vasco para efectuar movimientos coordinados en el
ámbito de la formación profesional, cuyo periodo formativo supera ampliamente
el periodo anual. A pesar de que el
propio Lehendakari, en un ejercicio que le honra, ha asumido el error de no
haber compartido dicho acuerdo con los sindicatos. Quizás en este ámbito se
echan de menos estudios de mercado propios de la Administración ya sean de
Lanbide, del Eustat o de la Universidad, con una visión más amplia en el ámbito
temporal y que abarcasen también las expectativas del propio Sector Público.
Sí,
del Sector Público. Otra “empresa” que nos afecta a todos y que en la medida
que sea más eficiente en la prestación de sus servicios mejor será nuestro
Estado del Bienestar, aunque al Presidente de CEBEK, en la conferencia que
ofreció en Bilbao el miércoles 18, le pareciese que las
OPEs desincentivan el emprendimiento. Quizás su reflexión se base en
considerar a los trabajadores como otro factor de producción susceptible de
usos alternativos, sin considerar que detrás de caja trabajador X existe una
persona con sus inquietudes vitales y, por qué no con sus expectativas de horas
de ocio y libertad, aunque Iñaki Garcinuño critique a la juventud por tener
dichas pretensiones. Criticar las OPEs es criticar que se convoque puestos de profesionales
que nos atienden en Osakidetza, que se cubran puestos en la Ertzaintza, que las
Diputaciones puedan buscar profesionales que luchen contra el fraude fiscal y,
por no hacer la lista más expensa, que se cubran las plazas en nuestro sistema
educativo. Ese sistema educativo que va a colaborar Confebask en formar los
100.000 profesionales que la patronal tiene dificultades para encontrar, a
pesar de los millones y millones que cada año se reparten en subvenciones para
la formación ocupacional. Pero es que, además, muchas de esas plazas que se
ofrecen en las OPEs sólo pueden ser cubiertas por personas que llevan una gran
parte de subida dedicadas a formarse en unas profesiones como medicina,
enfermería o magisterio, cuya principalísima salida es prestar servicios a la
sociedad. ¿La intervención de Garcinuño sería un adelanto de una eventual
intención de plantear que dichas profesiones sólo puedan ser ejercidas desde el
sector privado? Espero que no. Mi sociedad no sería esa y desde luego este tipo
de planteamientos empresariales de destierro absoluto de lo público debieran
ser apartados de la escena de una sociedad democrática.
Pero
no es la única actuación que debería desaparecer de escena. Afortunadamente el mismo
día 18 se publicaba que Productos Tubulares retiraba
un ERE que suponía el despido de 157 trabajadores de la factoría de Sestao
y su pretensión de que el resto de sus trabajadores viese rebajados sus
salarios en un 25% y tuviesen que desplazarse a trabajar en otra planta al
estar previsto el cierre de la de Sestao. Un ERE que ha tenido que ser retirado
tras 41 días de huelga de sus trabajadores. ¿Cómo es posible que el presidente
del grupo Tubos Reunidos, Guillermo Ulacia asegurase una semana más tarde en la
asamblea
anual de Elkargi que la compañía «tiene futuro» y que es imprescindible la
colaboración de los sindicatos? ¿Por qué no se lo cuestionó antes? ¿Acaso
pensaba que las 157 familias a las que pretendía dejar sin trabajo y las otras
más de 250 a las que pretendía alterar sustancialmente su vida se iban a quedar
de brazos cruzados mientras él y el resto de representantes de la propiedad de
los medios de producción se iban a seguir ganando dinero a otra parte?
Vuelvo
hacia el principio. Es necesario poner encima de la mesa la definición del
modelo económico que queremos para Euzkadi, dejando claro para siempre que el
trabajo no es un medio de producción que pueda comprarse o venderse como
cualquier materia prima. Eso, aunque algunos con sus actuaciones parezcan
añorarlo, hace siglos que está prohibido en el mundo civilizado: se llama
esclavitud. El medio productivo trabajo lo componen personas con cara y ojos, como diría el
Lehendakari Ibarretxe. Con sus inquietudes vitales. Con su capacidad de aportar
a la sociedad en la que desea vivir, tanto en el plano social, participando en
asociaciones o eligiendo a quienes deban gestionarla, como en el plano laboral.
Aquí nadie está de más, ni quienes trabajamos en el sector público, ni quienes
lo hacen desde el sector privado. Todos somos necesarios y tenemos nuestra
responsabilidad de contribuir a mejorar la sociedad en la que vivimos, por ello
es necesario que cada vez se abran más campos donde poder canalizar esa
responsabilidad. Un País debe ser dirigido por quienes sus ciudadanos elijan
democráticamente y estos no deben estar condicionados en sus decisiones por
personas ajenas al País o que los ciudadanos no han elegido en las urnas, a
pesar de que presidan u Consejo de Administración. Pongamos los medios para
impedir que decisiones de personas o grupos a los que dejar 157, 400 o 1.000
personas en la calle les importa un bledo puedan condicionar lo más mínimo
nuestro futuro como País. Consigamos que cada vez sean más coincidentes los
intereses del “factor trabajo” y del “factor capital” y esa coincidencia será
mayor cuantos más hombres y mujeres de este País sean partícipes del capital de
la empresa en la que trabajan. De ese modo seguro que conseguimos que más temas
relacionados con el bienestar de la ciudadanía vasca se decidan en Euzkadi.
Entre quienes vivimos y trabajamos aquí. Sin ir más lejos
Temas relacionados.
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