sábado, 23 de marzo de 2013

Regeneración Política

             En los últimos tiempos venimos asistiendo a continuos sobresaltos en la prensa diaria como consecuencia de los escándalos vinculados con la clase política que cada vez aparecen con más frecuencia.

           En estos momentos es el caso Bárcenas el que llena de tinta los periódicos. Pero, anteriormente, han sido otros los que, en mayor o menor medida, han afectado a todos los partidos políticos.
            Es cierto que la respuesta de cada partido no ha sido igual en cada caso. En este sentido merece ser destacada la declaración pública realizada en un mitin en Durango por, el entonces Presidente del EBB del EAJ-PNV y hoy Lehendakari de Euskadi, Iñigo Urkullu ante el caso de presunta corrupción política que se está juzgando precisamente en estos días y que afectaba de lleno a personas vinculadas con la ejecutiva del EAJ-PNV en Araba. En ella se mostró partidario de tolerancia cero ante este tipo de situaciones.
No obstante, creo que en general en ningún partido político se han tomado las medidas necesarias para que este tipo de situaciones no se vuelvan a dar.
Porque no vale con actuar de manera fulminante contra el que “mete la mano”, o quizás mejor dicho, contra el que le cazan por ello. Además, hay que sentar las bases para que tales circunstancias no puedan repetirse o, cuando menos, se dificulte el que vuelvan a suceder. Y esto requiere de medidas de mayor calado, empezando por una reforma del régimen de financiación de los partidos políticos, siguiendo por determinar un claro sistema de incompatibilidades en la actividad política y acabando por una reconsideración de las condiciones de quienes ejercen a labor política.
Reforma de Financiación de los Partidos Políticos.
Como decía recientemente el Diputado nacionalista en el Congreso de los Diputados Aitor Esteban, la financiación de los partidos políticos debe de ser básicamente pública, es decir con cargo a los Presupuestos Generales de las distintas Instituciones Públicas, con luz y taquígrafos. Sólo de este modo se conseguirá disminuir sustancialmente las entradas sobres o donaciones interesadas de empresas privadas. De todos es sabido que el capital no tiene Patria ni ideología y que siempre hay quien está dispuesto a subvencionar al partido en el poder con tal de conseguir de él los favores necesarios en forma de contratos de las administraciones.
Es evidente que dicha financiación debería ser limitada, tanto porque los recursos públicos no son ilimitados, como porque los propios partidos políticos deberían reflexionar sobre la necesidad de mantener en su actual dimensión sus propios aparatos internos que, con el paso del tiempo, se han convertido en unas estructuras cada vez más funcionarizadas, en el peor sentido de la palabra.
           En cualquier caso, estas estructuras deberían de contar con otra fuente fundamental  en su financiación: las cuotas de sus afiliados. Ninguna organización ni ninguna persona es libre si tiene dependencia económica y, en este sentido, la financiación de los socios  de cualquier asociación es fundamental para su desarrollo. ¿Alguien cree sinceramente que con las cuotas que pagan los afiliados a cualquier partido estos se pueden mantener?

Reforma del Régimen de incompatibilidades internas en los Partidos.
Normalmente los partidos políticos no tienen establecido un sistema de incompatibilidades internas. En la práctica totalidad de los casos se confunden las actividades internas  y las públicas. Las personas que ejercen el liderazgo interno en el partido son las que se enfrentan a las urnas para ser elegidos como representantes populares y ejercer las responsabilidades ejecutivas en las distintas Instituciones. En estos casos la vigilancia en la aplicación de la legislación vigente en materia de incompatibilidades del personal al servicio de la Administración Pública resultaría suficiente para evitar casos de desviación de poder y enriquecimiento particular por el ejercicio de un cargo público.
El problema lo encontramos en aquellos casos en los que existen las incompatibilidades o en los que las personas que dominan las finanzas de los partidos no ejercen actividad en las administraciones públicas. En estos casos es más difícil encontrar la relación causa efecto entre las donaciones recibidas por los partidos y los contratos otorgados por los cargos públicos sobre quienes tienen autoridad dentro del partido. Es este un caso a evitar claramente por los partidos pretendan presentarse ante la sociedad como limpios.
Como la mujer del Cesar no vasta con ser pura, sino que hay que parecerlo y aunque nadie está libre de tener corruptos en su organización, resulta más difícil creer su inocencia si previamente no ha adoptado las medidas necesarias para evitar casos cada vez más repetidos.
Reforma del sistema de retribución de los altos cargos institucionales.
Un amigo me trasladó hace tiempo una frase que cada día me veo obligado a repetir con mayor frecuencia: Quien paga con cacahuetes tendrá monos.
            Ultimamente se ha instalado en la sociedad la idea de que los cargos institucionales cobran demasiado. Una idea claramente equivocada con la que hay que acabar cuanto antes.
Si queremos tener una sociedad de primera y unos dirigentes que nos proporcione los mejores servicios públicos, deberemos intentar conseguir que los mejores estén dispuestos a dirigirla, y eso sólo se consigue pagando sueldos acordes a la responsabilidad que asumen y que impidan que la política acabe convirtiéndose en un núcleo de mediocres.
            No hay que olvidar que a la situación actual han contribuido decisiones llamémosles “clientelistas”, “buenistas” o más comúnmente “políticamente correctas”, tomadas por todos los partidos y todo tipo de dirigentes que, por miedo a ser tachados de privilegiados y pretenciosos por la opinión pública, no han sabido poner en valor la responsabilidad de quienes elegidos democráticamente o designados por quienes lo han sido, tienen la responsabilidad de dirigir los asuntos públicos de nuestra sociedad.
            No es de recibo que en los mismos plenos en los que a los funcionarios se les subía un 4% a los cargos públicos se les congelasen los salarios. O que las máximas autoridades, incluidos Alcaldes, Diputados Generales o Lehendakaris fuesen con un  “…y yo más”y cuando se produjeron rebajas salariales del 5% ellos se aplicasen el 7%, en un claro acto populismo absurdo y de devaluación real de su responsabilidad.
Este camino ha llevado a que en la mayoría de las instituciones haya muchos funcionarios que ganen más que sus responsables institucionales (Concejales,Alcaldes, Directores Generales,..) y con ello se ha disminuido realmente el campo de las posibilidades reales de acceso a la responsabilidad pública.
Hace muchos años mi planteamiento en este sentido era que a la dirección política de las Instituciones Públicas sólo podían acceder 5 tipos de colectivos: los jubilados, los ricos, los funcionarios como un paso más de su carrera profesional, mediocres y personas realmente válidas y con algún punto de idealismo.
Hoy en día, cada vez menos funcionarios van aceptar una disminución en sus salarios para aceptar un cargo político como un paso más en su carrera, el campo para las personas válidas e idealistas es más acotado ante la falta de valoración económica de las responsabilidades que se asumen  y cada vez es más numeroso el grupo de personas que van de “pato a pato” en cargos políticos al no tener otra perspectiva profesional. Por ello, cada día que pasa en estas condiciones es más elevado el número de mediocres incrustado en labores de dirección institucional.
De seguir por este camino, yo también me voy a creer lo que hoy en día ya piensa una gran parte de la sociedad: que los políticos ganan mucho más de lo que se merecen. Porque en ninguna actividad los mediocres se merecen lo que ganan.
Creo sinceramente que sin abordar los temas aquí expuestos no va a ser posible modificar la mala imagen que quienes se dedican profesionalmente a la política tienen en la sociedad actual y se seguirá posibilitando que después del caso Bárcenas haya otros, en el PP, en el PSOE, o en cualquier partido de nuestro entorno.
O lo que es peor, que las responsabilidades públicas queden tan devaluadas socialmente que nadie en su sano juicio quiera acceder a ellas, con lo que nos encontraríamos ante un sistema de nula calidad democrática, donde la influencia de los que siempre han ostentado el poder, los adinerados, lo tendrían sumamente fácil para controlar a quienes aparentemente ejerciesen el poder político.
Urge,en consecuencia, una regeneración política. Los partidos que no sean capaces de dar pasos en este sentido sin duda serán arrollados por un tsunami social.

1 comentario:

  1. La reforma debe ser casi total, pero no olvidemos que hasta aquí, hemos llegado poco a poco, con pequeñas medidas, pequeñas reformas. Este es el resultado, un cáncer social.

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