Con cada noticia o documento que leo en relación con
la salida a Bolsa de Euskaltel más convencido estoy de que alguien nos ha querido
contar un cuento chino.
Un cuento chino que, afortunadamente, lejos de haber
calado entre la ciudadanía vasca, parece que la ha cabreado seriamente.El cabreo alcanza a gentes de todo el espectro político e incluso a destacados
cargos públicos del Partido Nacionalista Vasco, partido que, por el contrario,
no ha hecho pública declaración alguna más allá de alinearse con la, en primera instancia, rotunda y, más tarde, no entendible posición de Gobierno Vasco. Bien por declarar
que este tipo de actuaciones chocan con el modelo de empresa vasca que defiende
el ejecutivo autonómico. Desconcertante cuando insta a los directivos a
invertir sus jugosos bonus en la empresa. Como si dicha reinversión supusiera
un esfuerzo para quienes, en menos de tres años, se han hecho multimillonarios
con una gestión que no justifica semejante premio. Como si con la aceptación de
esa recomendación se recuperase el “alma, arraigo, compromiso, responsabilidad
y participación de las personas" reclamado para el modelo de empresa vasca
defendido por el Lehendakari Iñigo Urkullu ante la Asamblea del Sindicato
Empresarial Alavés el pasado viernes.