domingo, 10 de mayo de 2015

Delito Fiscal, Consentimiento Social y Comunidades de Vecinos.

            A pesar de haber transcurrido ya casi un mes, seguro que todavía somos muchos los que recordamos la imagen de Rodrigo Rato siendo ayudado a entrar en un vehículo del Servicio de Vigilancia Aduanera. El, en otros tiempos, Vicepresidente económico del Gobierno de Aznar y ejemplo, para el Partido Popular, de cómo se defendían los intereses de la Hacienda Pública y de cómo se conseguía sacar a un país de la crisis económica, era detenido por quienes en otros tiempos dependían de él. Quien como Director de Fondo Monetario Internacional no supo prevenir la gravísima crisis económica que hemos padecido en los últimos años y de la que todavía no hemos conseguido salir, era acusado de presuntos delitos de fraude y blanqueo de capitales. Quien como Presidente de Bankia llevó a esta entidad a tener que solicitar ingentes cantidades de dinero público para evitar su quiebra después de haber engañado a cantidad de personas con la emisión de las “Preferentes” y de haber promovido una más que dudosa salida a Bolsa de la entidad, aparecía en todas las informaciones como una de las personas que se podrían haber acogido a la amnistía fiscal concedida por el Gobierno de Mariano Rajoy. Seguro que la imagen pasará a engrosar la listas de las que son frecuentemente utilizadas en telediarios y reportajes televisivos para analizar hechos del pasado. La noticia se lo merece.

            Pronto se pusieron en marcha los mecanismos de control político. La oposición en pleno reclamó formalmente la dimisión de Cristóbal Montoro, en otros tiempos su mano derecha y, según algunas informaciones, instigador de la detención de quien fuera su jefe y amigo, adelantándose a otras posibles actuaciones de órganos judiciales, menos controlables en el tiempo, que podrían afectar en mayor modo a la imagen de su partido y de su Gobierno. Imagen, ya suficientemente deteriorada por la sucesión de casos de corrupción vinculados al Partido Popular. Pedro Sánchez, Secretario General de PSOE, intervino en persona en la sesión de control al Gobierno, celebrada la semana siguiente, reclamando a Mariano Rajoy la publicación de las listas de las personas acogidas a la amnistía fiscal de 2012 y criticando dicha medida. La respuesta del Presidente no se hizo esperar. Espetó al líder socialista que la amnistía promovida por su gobierno era similar a la que habían puesto en marcha gobiernos socialistas en 1984 y 1991, que había obtenido mejores resultados económicos y que los socialistas en aquellos años tampoco publicaron las listas de quienes se acogieron a aquellas medidas, para finalizar añadiendo que los socialistas en aquellos casos lo habían hecho bien porque habían cumplido la ley que impedía dar esos datos y que él también la pensaba cumplir.

            Es aquí donde uno empieza a no entender nada. Me parece muy bien que se cumplan las leyes. ¡Faltaría más! Pero, ¿cuál es el quid de la cuestión en este caso? ¿que lo diga una ley? o ¿que lo diga porque alguien conscientemente ha legislado para que así sea y no lo quiere cambiar?. Eso es precisamente lo que pretende con unas elecciones, ¿no?:  conseguir la mayoría suficiente para proponer leyes que transformen la sociedad en el sentido que determina la idea o la praxis política de quien la obtiene. Por lo tanto, si no se quiere entregar la lista de defraudadores es porque se legisla para ello. Y si se quiere, se propone modificar las leyes vigentes si dificultan tal voluntad. Tan sencillo como eso.


            Lo cierto es que no conozco ningún gobierno, con competencias en materia fiscal, que haya hecho pública una lista de estas características, ni de deudores con el fisco, ni tan siquiera que haya publicado la lista de los delincuentes juzgados y condenados por delitos contra la Hacienda Pública. Pero, resulta llamativo que, quienes desde labores de oposición reclaman un ejercicio de transparencia en la actuación pública, no reclamen las listas de quienes han delinquido  dificultando nuestro acceso a los servicios públicos. Y más llamativo, si cabe, que desde los medios de comunicación no se realice seguimiento alguno del trabajo de los juzgados en esta materia, como lo hacen ante otros casos de delincuencia. Al fin de al cabo los juicios en este país son públicos y, por tanto, cualquiera puede enterarse de qué tipo de delito se está juzgando y quienes son las partes.

            Hace ya algún tiempo y con motivo de un debate sobre cómo enfocar la participación ciudadana en la política alguien defendía que un Ayuntamiento era como una gran comunidad de vecinos. Esa idea se me quedó grabada porque, conceptualmente, era perfecta, aunque el modo de llevarla a la práctica fuera un poco más complicado. En la última semana de Abril he tenido que acudir a la juntas de dos comunidades de vecinos, la de la casa donde reside mi padre y la de la casa donde resido con mi familia, y puedo asegurar que en las dos se sabe perfectamente quienes son los morosos y cuál es el importe de su deuda. No entiendo, en consecuencia, que no se sepa quiénes son los que mantienen deudas con la Hacienda Pública y, mucho menos, el interés por ocultar los nombres de los chorizos que han intentado defraudarla. Espero que ahora que estamos en periodo electoral, haya algún partido con voluntad de gobierno que tome conciencia de esta lacra y nos proponga un cambio normativo en esta materia. Sería de agradecer.

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